¡FELIZ Y BENDECIDO VIERNES! Cuando creemos, sinceramente, que hemos hecho las cosas bien, que hemos actuado de buena fe, que hemos desempeñado correctamente el papel que Dios nos ha señalado, indicado y/o regalado, que hemos amado sin medida, aún sin haberlo hecho a la espera de una recompensa, suele suceder que, la tendencia humana, natural y espontánea, es sentir la necesidad de una retroalimentación a esa donación auténtica de amor y buenas acciones. Repito lo mismo una y otra vez: “no hago las cosas bien para que me den un premio, me agradezcan o me lo reconozcan; y no amo para que me amen”, y es un pensamiento auténtico y sincero, pero también es muy propio, inevitable y natural de la debilidad humana, esperar un mínimo de reciprocidad. Una persona no es acomplejada, resentida o enrollada por sentir esto… Lo sé con certeza y lo puedo afirmar, porque lo he visto, lo he palpado, lo he sentido y lo he confirmado en muchas personas que solo necesitan un poco de empatía, comp...