¡Feliz y bendecido domingo!
Hoy,
mis líneas estarán dedicadas a un tema muy especial, que me importa, me inquieta y me encanta haber aprendido a manejar con la
sabiduría que me han dado los años, porque no siempre fue así, tuve mi época de medio rencorosita, jaja, pero estoy
convencida de que se puede trabajar desde muy temprana edad, con el ejemplo y
el testimonio de vida de los adultos (que no siempre es bueno)… y se trata, nada más y nada menos, que
del perdón.
Como
saben, me encanta contarles sobre la lucecita que me iluminó para escribir…
Bueno, resulta que en las visitas que hago a la capilla con los niños del colegio
parroquial, suelo trabajar un tema… el que, obviamente, adapto a la edad.
Este mes, hablamos de perdonar y pedir perdón. Para ello, utilicé los corazones de
piedra y de luz, que elaboré en cartulina, para ambientar esos raticos de oración, los coloqué al pie del sagrario y les conté las parábolas de la
misericordia. A los más pequeños, la de la oveja perdida; y a los más
grandes, la de la oveja, la de la moneda y la del hijo pródigo, para explicarles que Jesús nos enseña en ellas, que: “Hay
más alegría en el cielo por un solo
pecador que se arrepiente que, por
noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento”; razón por la que juzgar a los pecadores, no es la
mejor opción. De ahí partimos y seguimos a aclarar la diferencia entre pedir
perdón y perdonar, lo que no fue tan sencillo con todos los grupos, pero al final lo logramos, hasta con los chiquitos. Esta fue la
lucecita para decidirme a escribir sobre el tema y preguntarles ... ¿Y si, mejor, perdonamos?
Enumeré algunos puntos que considero suelen estar sujetos a discusión...
UNO. “Yo pido disculpas. Perdón se le pide solo a Dios”. ¡Oh, oh!
Una de las cosas que noté en algunos niños, muy típico en los adultos, por cierto; de
hecho, somos los adultos los que se lo enseñamos, es considerar que
se pide disculpas, no perdón, porque perdón se le pide solo a Dios. En mi
opinión muy respetuosa, he ahí un pequeño desfase, cercano a
complejillo, para no ser muy fuerte… Pedir disculpas y disculpar, son normas de
elemental cortesía, como dar las gracias, decir buenos días, buenas noches o
cederle el paso o el asiento a alguien. Pero yo no estoy hablando de formas, ni de normas, me refiero a
pedir perdón y a perdonar, sinceramente, con el corazón; por lo que, determinadas situaciones sí ameritan pedir perdón a un semejante. Así que aquí vamos,
con este temita controversial, que me encanta.
Se
le pide perdón a Dios, por supuesto, por cualquier acto que haya podido
ofenderlo y no es necesario haber blasfemado contra Él (que es lo más grave que podemos hacer) para considerar que lo
hemos ofendido. Ofender a cualquier semejante, es hacerlo también a Dios. De ahí pues,
que, lo primero es pedir perdón a Dios. Y acto seguido, pedir perdón a la
persona que hemos ofendido… En ciertas ocasiones, según la magnitud de la
ofensa, si resulta más fácil "disculparse", que "pedir perdón", puede ser válido también, lo
importante es que sea sincero, con el corazón, porque de no serlo, no tiene sentido pedir
perdón a Dios, ya que si no fui sincero con la otra persona, ¿qué le voy a
decir a Dios? ¿Le pedí perdón a fulanito, pero la verdad es que no me
arrepiento?, ¿le digo que fue de la boca para afuera? Se trata de sentirme mal por haber
ofendido a alguien, de no querer volver a hacer lo que hice, de pedir perdón
sinceramente a Dios y a la persona que ofendí. ¡Listo! ¡Para mí, eso es todo!
“¡Ay!, pero es
que eso es muy difícil, es que yo no sé hacer eso…” Bueno, les doy un consejo
facilito que me dio una casi monjita que quiero mucho, y que me ha dado tan buenos
resultados, que lo comparto con todo aquel que me ha dicho que tiene pendiente una conversa de
esas difíciles, una de esas a las que no sabes cómo entrarle. Es solo rezar con el corazón,
una oración cortica, que amo y dice así: “Dulce
Jesús crucificado, ponte delante de mí y aplaca los corazones que se inflaman
contra mí”. ¿A que es linda? ¿A que sí? Y no se imaginan lo efectiva que
es y cuánto aplaca al interlocutor. Ya les conté mi secreto, ahora pónganlo en práctica.
Hasta
aquí no fue tan difícil, ¿verdad? Ahora viene lo más complicado: PERDONAR.
DOS… “Yo perdono, pero no olvido” ¡Uyy uy uy!
Ahora bien, resulta que los pensamientos, son solo pensamientos y así como vienen, pueden irse. El acto voluntario está en soltarlos o quedarme enganchado en ellos; está en decidir que no los quiero en mi cabeza, o en darles permiso para que decidan cómo me siento. Yo no puedo decidir que un pensamiento llegue o no llegue, pero sí puedo decidir que se instale, porque disfruto, un poco masoquistamente, al punto de dejar que me robe la paz, o puedo decidir que se vaya, así como vino. ¿Pero cómo se hace eso? Rezando, caminando, leyendo, cantando, bailando, corriendo, montando bicicleta, conversando, cocinando, pero sobre todo, deseando y buscando una forma sana de desconectarlo de mi vida, y con el firme propósito de sacarlo de mi cabeza y de mi corazón, porque no quiero odiar, no quiero tener resentimientos, quiero perdonar y quiero tener paz. Si lo deseo realmente y me lo propongo, lo puedo lograr.
Porque cuando no perdonamos, nos estamos castigando a nosotros mismos. Tal vez el otro sigue adelante como si nada y yo, me quedo envenenada, con el corazón lleno de basurita, porque parece que me importa más que me pidan perdón, que tener paz. ¡Qué loco! ¿no? Es cuestión de trabajar la importancia de la paz en el corazón. Si yo quiero y necesito paz, lo más sano es perdonar. Ahí puede entrar perfecto también, la oración de la monjita. Y pedir cada noche a Dios y a la Virgen, que es el puente directo y perfecto con su Hijo, que me enseñe a perdonar, porque si lo logro… como por arte de magia, voy a tener paz y ahí… zasss, empiezo a ver la vida y a las personas, con otros ojos. La mirada cambia cuando libero la carga. Es como soltar una mochila pesadísima que llevo en los hombros. Como le decía a las niñitas que preparaba para la Primera Comunión, al hablarles de la confesión: ¨Entran a confesarse, con una bolsita de piedras en la espalda y salen con una bolsita de algodón".
Y para aspirar al perdón de Dios, debemos perdonar primero a aquel que hayamos ofendido, tal como lo repetimos en el Padre Nuestro: "Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden..." Y el Papa Francisco, nos lo recuerda con frecuencia en sus mensajes.
CUATRO… “¿Distanciarse es resentimiento?”.
Pues
no necesariamente, porque podemos estar hablando de personas tóxicas o de
personas con las que no nos sentimos a gusto o identificados, por diversas razones, por habernos
desilusionado, defraudado, porque la otra persona ha cambiado o hemos cambiado
nosotros, porque yo he crecido y ella se ha quedado estancada en sentimientos
negativos o en frivolidades que ya no comparto; y nada de eso tiene que
significar odio, ni resentimiento; por el contrario, puede ser la decisión más
sana y más sabia que tomemos, aunque implique una ruptura. Si esa presencia nos roba la paz, podemos rezar
por ella, sin criticarla, sin desearle ningún mal, sin retirarle el saludo,
siendo cordial siempre que nos encontremos, pero manteniendo cierta distancia,
justamente para evitar conflictos que me roben la paz.
CINCO… ¿Perdonarme a mi mismo?
Si no me perdono, me es más difícil perdonar a otro.
Debo empezar
por reconocer y aceptar si estoy dejando de perdonar a alguien, porque no me
he perdonado a mí mismo por determinada razón, porque tengo un sentimiento de
culpa que no me deja avanzar y se convierte en un reflejo negativo hacia el
otro. O si simplemente, no me perdono algo que hice y causó daño a otro o a mí mismo. La culpa no sirve ni ayuda para nada. Sentirla puntualmente para
reconocer que me he equivocado y rectificar, es justo y necesario, pero ¿en que
puede contribuir para la solución del problema, el hecho de quedarme anclada en
un sentimiento de culpabilidad? Si la culpa sirve para cambiar lo malo, bien, pero
si no, hay que desecharla. Siempre hay que tratar de sacar una buena enseñanza
de lo malo que nos pasa y seguir adelante. Y como dice mi hermanita amada: “Si el problema tiene solución ¿por qué te preocupas? Y si no tiene
solución ¿para qué te preocupas?” Ja ja ja, ¡la mejor filósofa!
Y podemos sentir cierta tristeza o nostalgia por lo que fue y ya pasó. Yo pienso que mientras avancemos, no pasa nada, vino y se fue. Lo grave es pegarse como un chicle en la añoranza por lo que no pudo ni podrá ser… Eso es melancolía y no es bueno. La nostalgia es sana y natural. Los estados melancólicos, en cambio, pueden llevar a la depresión y es impresionante la cantidad de personas que caen en ello, por instalarse en recuerdos y pensamientos negativos del pasado. Y no olvidemos que, la depresión junto a la ansiedad son las enfermedades que más están llenando los consultorios psicológicos y psiquiátricos en el mundo entero. ¡Hagamos lo posible por no dejarlas entrar!... Trabajo preventivo, lo llamaría yo.
SEIS. Cuando algo se rompió, a veces no se puede volver a pegar.
Total y absolutamente cierto, pero eso no es razón para no perdonar. Que no vuelva a ser igual que antes, no significa quedarse con algo feo en el corazón. Nos perdonamos y punto, eso es lo importante. Si se puede recuperar lo perdido, maravilloso, si no, con el perdón sincero por delante, "ya pasó nené, ya pasó". Es mi paz, la quiero y la necesito.
SIETE. Un abrazo puede ser la mejor terapia.
Si los pedacitos rotos se pueden pegar o no, siempre es una bendición lograr que un abrazo selle el perdón. Si hay perdón con apretón de manos, a secas, también es muy válido... Por lo general no nos abrazamos con todo el mundo. Pero si es un perdón absoluto de esos de borrón y cuenta nueva, pues el abrazo será, mejor no... sino lo siguiente... Un abrazo como el del hijo pródigo y su padre, donde hubo arrepentimiento del bueno, deseos de cambiar y un súper perdón del corazón... Y así, justamente, es el abrazo que nos da Dios en la Confesión, tal cual... aunque muchos no lo crean... Y el sacerdote solo es el cable, el instrumento, porque el que perdona, absuelve y abraza, es Dios.
Hay personas que no saben abrazar, o no les gusta abrazar ni ser abrazados, por diversas razones, que no viene al caso mencionar, y que tampoco conozco, lo cual debe ser comprensible y respetable. Pero hay algunas personas que son tan educadas y distantes en la forma, que parece que les diera grima, jajaja. No puedo evitar que me de mucha risa, pero lo respeto igual, porque no estoy en sus zapatos y no se lo que sienten.
¡A vivir y disfrutar el presente con lo que tenemos! Basurita en el corazón… ¡fuera! Porque cada nuevo día, no es un día más, es un día menos.
¿So what? ¿Perdonamos? ¿O no?
Yo,
por mi parte, sigo encantada, parafraseando a Anna Frank: “No veo la miseria que existe, sino la belleza que aún queda”. Ver, oír, leer y recordar SOLO lo malo, envenena el alma, aunque sea la historia y la realidad.
Y cierro con una frase de Santa Teresa de Calcuta, que viene como anillo al dedo: “El perdón es
una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la
ofensa, no sentimos más rencor”.
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¡Nos
vemos pronto, Dios mediante! ¡Feliz semana para todos!
María Eugenia Álvarez Brunicardi
(Maucha).
@mabrelatos
http://648a4cbc3276b.site123.me/
Caracas, 4
de febrero de 2024
PPD
Gracias!!! Que sanador es perdonar, es vivir con la certeza de que crees,amas y sigues a Jesús. El perdón nos libera y en total acuerdo con los abrazos para mí son alimento para el alma.
ResponderBorrarMe encantan tus libros !!!
Un abrazo con todo el ❤️ desde Colombia!
Mau que hermoso relato
BorrarMe gustó muchísimo todo el tema
Pienso qué debemos saber perdonarnos y quitar sentimientos de culpa
Gracias Mau pido a Dios te siga iluminando en tus bellos relatos
Me imagino a tus chiquitos de catequesis escuchándote y sembrando en sus corazones esas semillas preciosas.
ResponderBorrarQue Dios te bendiga 🙏
Muy bien tratado un tema que se nos antoja difícil, no sabemos por qué. Recordemos que en el Padre Nuestro, la oración que Jesús nos enseñó, se dice a Dios: "Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quien nos ofende". Así como nosotros perdonamos también podemos, y debemos, pedir perdón. El perdón es la puerta de la paz. Un saludo afectuoso.
ResponderBorrarTe agradezco, en tu aleccionador escrito, una vez más, un camino de bendición. No sabes la ayuda que puedes suministrar a tantos, con tu tiempo, tus líneas, tu amor al prójimo.
ResponderBorrarQue wow de tema y está impecable tratado, de hecho lo voy a tener que imprimir para leer y releer muchas veces y aprenderme la oración de la monjita!
ResponderBorrarEres muy especial y sabia!
Me encantó!!! Que bella eres. Necesito poner en práctica estos consejos. Dios te siga iluminando para que sigas escribiendo tan bello que llegas al alma. Un abrazo
ResponderBorrarGracias por compartirlo Maucha. Cómo siempre, me encantó lo claro que escribes y como manejaste el tema del perdón. Feliz Domingo! 😘😘
ResponderBorrarQue preciosura de lectura y con mucha reflexión, Dios te bendiga siempre 🙏🏼❤️
ResponderBorrarMuy Bueno!!! Nos puede ayudar mucho para catequesis. Mil gracias
ResponderBorrarMi ya muy querida Mau! 😍
ResponderBorrarCon ésto sellas lo más hermoso (para mi), de tus relatos!!!
Que forma mas hermosa y elocuente de transitar por ese tema del perdón!
Graciasssss de nuevo por todo!... Un Abrazo muy fuerte a la distancia!
Sabias palabras!
ResponderBorrar...un abrazo es Amor, y el Amor todo lo sana!💖🙏🏻 GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
Precioso! Contenido y forma!!! Lo compartí!!!
ResponderBorrarQuerida Mau !!
ResponderBorrarQue bien has manejado en este escrito un tema tan profundo y difícil como lo es el perdón… lo has sabido hacer de forma religiosa , sensible u amorosa de tal forma que los lectores nos quedamos prendados y meditando sobre cada una de tus frases que tan sabiamente sabes expresar.
Sigue diseminando bondad, dulzura y fe con tus escritos tan cercanos e interesantes…
Te botaste Mau !!
Dios te siga iluminando y bendiciendo por todo el bien que haces !!
Tema difícil y controversial mi querida Sra. Maucha, pero siempre tan claras y precisas sus reflexiones. Todas sus palabras reconfortan mi alma , gracias 🫂
ResponderBorrarMuchas gracias!
ResponderBorrarTema tratado con toda su compleja amplitud. Como la vida misma!
😍👏🏻👏🏻
¡¡Yo quiero que esto lo lea TODO el mundo!!! Es catequesis pura!!! Y de la universidad de la vida!!! Y sí, reconozco que cuando te abracé me quería quedar ahí, para siempre...iba sintiendo que mi corazón se llenaba de gasolina y quería llorar de felicidad plena. Aunque faltó tiempo para compartir, fue un regalo para mi corazón. Ay, cómo te quiero!!! Estos escritos son los que de verdad se tienen que hacer virales.
ResponderBorrarMuy lindo tema, muy buenos consejos. Sobre todo difícil es deshacerse de la culpa para perdonarnos a nosotros mismos. Y en cuanto a perdonar a los demás eso si es más fácil, lo que hago es primero hablar con mi Ángel de la Guarda y así puedo pedir perdón a la otra persona. ( Cristy)
ResponderBorrarGuau 😮 hablar del perdón es un tema complicado y me encanta 🥰 verlo bajo tu óptica, porque siempre va a ser enriquecedora tu opinión.
ResponderBorrarGracias por compartirlo; siempre he pensado que es extraordinariamente interesante tu opinión sobre cualquier tema que decidas expresar.
Claro, cierto, concreto, realista y muy muy necesario hoy día para todos!
ResponderBorrarFelicidades y muchas gracias por rendir tu don para escribir y transmitir, evangelizar y compartir! Un abrazo apretado y que Dios te bendiga!
Maucha querida.
ResponderBorrarAnte todo un ABRAZO mega apretado.
Me fascinó el escrito. Y en estos momentos me viene como anillo al dedo.
No había tenido oportunidad de leerlo y de verdad, me llegó muy dentro.
Acabo de leer tu artículo sobre el perdón.
ResponderBorrarMe cayó como anillo al dedo, porque hay personas a las que me cuesta perdonar, pero estoy trabajando sobre ese tema, porque sé que da paz. Me gustó mucho !
Gracias 🙏🏻
Este artículo sobre el perdón me pareció excelente y muy apropiado para estos momentos raros que estamos viviendo en todo el mundo. Porfa no dejes de enviarme todas tus publicaciones, me nutren y enseñan!! Gracias Mauchita.
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