¡FELIZ
Y BENDECIDO DOMINGO!
Me encanta la letanía
del rosario: “Estrella de la mañana”, que se refiere a la Virgen como el Lucero de la
Aurora, el que antecede al Sol, es decir, Cristo, el verdadero Sol, que nace de
lo alto.
Hoy todavía no es mayo, pero no quería esperar una semana para publicar algo sobre Ella. Mucho
menos cuando fue una inspiración de mi directora espiritual, que escribiera, no
sobre la imagen de nubes y corazoncitos, sino sobre la mujer fuerte, valiente y
decidida que realmente fue Nuestra Santísima Madre.
Se
ha dicho, escrito, dibujado, pintado, esculpido y especulado tantísimo sobre la
Virgen, que pretender incursionar en esta expedición de escribir sobre
ella, con cierta originalidad, carece de total sentido. Podemos hablar de
dolores, de virtudes, de oraciones, de advocaciones, de apariciones, de dogmas
y mucho más, y todo está dicho, pero hoy, iré directo a la fuente, que es el
Nuevo Testamento, específicamente los evangelios y los Hechos de los apóstoles,
para recordar, los pocos momentos en los que se menciona a la Santísima Virgen,
a lo largo de ellos que, apenas llegan a diez.
Esos
momentos son: La Anunciación del ángel a María, La Visitación de
María a su prima Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación en el templo, La
Sagrada Familia huye a Egipto, Jesús con los doctores en el templo, Las Bodas
de Caná, María junto a la cruz, Jesús nos deja a su madre y María en
Pentecostés.
Y de esas
diez ocasiones, la Virgen habla tan solo
en cuatro momentos puntuales. Parece mentira que, de tan pocas palabras que
encontramos en la única fuente fidedigna, se pueda extraer y comunicar tanta
belleza y tanta perfección.
El primer momento que recoge
palabras dichas por María, lo encontramos en el evangelio de San Lucas,
capítulo 1, versículos 26 al 38, que es el Anuncio del nacimiento de Jesús.
El
ángel se aparece a María, no sabemos en qué circunstancias, si estaba de pie,
haciendo labores de la casa, tejiendo sentada o rezando de rodillas.
Entre
los innumerables autores que han pintado la Anunciación, en mi escaso
conocimiento del arte, me gusta mucho el retablo pintado por Fra Angélico, que está
en el Museo del Prado, en Madrid. Creada hacia 1426, esta obra de témpera
sobre tabla, fue pintado para el convento de Santo Domingo en
Fiésole. Luego de ser minusvalorada por muchos años por la crítica,
es una de las obras maestras de este pintor y además decisiva para el arte florentino.
Leyendo la
descripción de la pintura, me impresionaron los detalles, que desconocía por
completo.
El cuadro: "La Anunciación",
además de estar descrita en los Evangelios, también lo está, y con
gran detalle, en La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, el libro de referencia de pintores del
Renacimiento, que está representado en los cuadros en todo su simbolismo
(jardín amurallado con columnas, la presencia del Espíritu Santo, una evocación de Adán y
Eva expulsados del Paraíso).
La
verdad es que contemplar esa pintura me ha dado mucha tela para cortar… No
imagino a María sentada en un sillón como ese, ni en un jardín amurallado. Sí
veo claramente, la presencia del Espíritu Santo entre ella y el ángel. Y
reconozco que jamás habría visualizado, dentro de ese contexto, la imagen de
Adán y Eva expulsados del Paraíso… pero reflexionando un poco, pensé que, si
con la desobediencia de Eva entró el pecado al mundo y con la obediencia de
María, llegó la salvación… la imagen en primer plano de María con el ángel, y
al fondo, muy pequeña, casi imperceptible, la de Adán y Eva, resulta, conceptualmente,
perfecto. Pero no soy tan elevada por naturaleza, ni en arte ni en
espiritualidad, como para llegar hasta ahí, yo sola. Fue necesario el cuadro,
la descripción del mismo, alguito de conocimiento y un toque reflexivo, para
llegar a ello.
Desde
mi pobre humanidad, solo puedo imaginar el impacto que debió ser para una joven
de aproximadamente 15 años, de su época, virgen, pura, sencilla, más no una
niña frágil ni ignorante. Una muchacha que ya a su edad, debía conocer las
Sagradas Escrituras y saber perfectamente que, en el libro de Isaías, dice que
Dios daría una señal y ésta sería, que una joven virgen habría de concebir y de
dar a luz un hijo al que le pondría por nombre Emanuel, que quiere decir Dios
con nosotros.
Creo que todas las jóvenes,
creyentes, piadosas, practicantes y conocedoras de las Escrituras, imaginaban y
hasta soñaban con ser la elegida para ser la madre del Salvador, a pesar de
desconocer por completo, lo que aquello significaba y representaba. María debió
ser una de ellas, debió al igual que todas, imaginar y soñar con esa remota
posibilidad.
Pero de imaginarlo a vivirlo
en carne propia, de una idea que cruza por la cabeza, a un ángel que se aparece
en su presencia y le anuncia que será la Madre del Salvador, hay un largo
trecho ¿Cómo no turbarse? ¿Cómo no sorprenderse? ¿Cómo no mostrar asombro? Me
imagino el rubor en sus mejillas, su corazón latiendo acelerado y sus manos
temblorosas. Y creo que asombrosamente para todos los que conocemos la
historia, María no enmudeció, no privó el silencio producto de la noticia; por
el contrario, preguntó enseguida al ángel:
“¿Cómo puede ser esto, puesto
que soy virgen?”
Pregunta causante de natural sorpresa
y duda, frente a un anuncio de tal magnitud, impactante e inexplicable sobre su
maternidad, no habiendo conocido varón, como dicen otras traducciones de la
Biblia.
De inmediato, la respuesta del
ángel, al que puedo imaginar, con una paz y una suavidad conmovedoras, diciendo:
“-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios.
Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de
seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios no hay nada
imposible”.
A lo que María responde
nuevamente:
“Aquí está la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Para nuestro mayor asombro, como
comunes mortales, su respuesta inmediata, sin titubeo, fue SÍ, ese SÍ
obediente, respetuoso y abandonado en Dios, que nos abrió las puertas de la
Salvación. Ese bendito FIAT o “Hágase” de María, que habrá de llevarnos al
Cielo. María dijo SÍ y no preguntó por qué, amó y no preguntó por qué, porque
esa niña, ya era una gran mujer, capaz de poner su vida al servicio de la
voluntad e Dios.
Esas dos frases fueron las primeras palabras de María,
registradas en la Biblia.
La segunda vez que María
habla en la Biblia, es en el momento que conocemos como la Visitación, luego de
ese encuentro grandioso y sublime con su prima Isabel.
Me imagino a Isabel, una señora mayor, con su pelo
canoso recogido, toda dulzura, embarazada de seis meses, experimentando aquel
gozo tan grande al ver y abrazar a María, que desbordaba juventud, alegría,
belleza y ternura… y describir en el mismo momento, un sentimiento y una
sensación, tan extraordinarios, fusionados en un solo sentir… Nada más y nada menos
que el hijo que esperaba (Juan Bautista) saltara en su vientre de emoción, solo
al oír el saludo de María.
Todo es tan sobrenatural, tan providencial, tan
celestial, tan lejos de lo terrenal, que requiere de mucha fe, de esa fe que
hay que pedir a Dios que aumente cada día en nuestras vidas, porque la fe es un
don que Él nos regala, pero que también es necesario seguir pidiendo y cultivando.
De la misma forma, ese encuentro me resulta tan
pero tan hermoso, que me invita a viajar en el tiempo y a querer vivirlo como espectador
en primera fila… Conocerlas y abrazarlas a las dos y tomarnos un café con galleticas... y oír sus cuentos por horas, atenta y calladita, solo escuchando... y luego sacarnos una foto bella de mesita de noche, para verla después, una y mil veces.
Retomando el camino, luego de la descripción tan
poco ortodoxa del encuentro imaginario, a continuación, las palabras textuales, tomadas del evangelio,
con las que Isabel saluda a María:
—Bendita tú
entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto
bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu
saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que
has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del
Señor. (Lc 1, 39-45)
Palabras inolvidables, de las que su
primera frase pasa a formar parte del Avemaría. Preciosa oración que rezamos
cada día, en cualquier momento de nuestra vida, para acudir a ella. Palabras a las que María responde, con un perfecto himno de alabanza
a Dios, por haberse fijado en ella, que hoy conocemos como el Magníficat y que
los cristianos pronunciamos poco, cuando deberíamos repetirlo incansablemente,
porque además de ser hermosísimo, nos permite admirarla y venerarla más a ella,
así como adorar y alabar más, a su Hijo Jesucristo.
MAGNÍFICAT
“Proclama mi alma la grandeza del
Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es
santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en
favor de Abrahán y su descendencia por siempre”.
Quedan solo dos momentos en la Biblia, donde podemos leer palabras dichas por la Santísima Virgen: Cuando Jesús se pierde y lo encuentran en el templo en medio de los doctores de la ley. Y en las bodas de Caná… Amo los dos pasajes; sin embargo, esto se ha hecho largo y no quiero abusar de mis pacientes lectores. Tengo que ejercitar la capacidad de síntesis, pero escribir sobre Ella, hace que cueste resumir.
Y cierro con una anécdota que me encanta de la Virgen... Un médico judío, muy cercano y querido, que ha operado a mi hija y a mi esposo, me contó que un día, en un vuelo en el que viajaba, hubo tanta turbulencia, que todos los pasajeros estaban muy asustados y él recordaba que lo único que se oía en el avión era: Avemaría, Avemaría, Avemaría, Avemaría... Nunca se me olvida esa historia, que me encantó oírla contada por un judío.
Continuará…
Si te gustó, me encantará que lo comentes y lo
compartas con quien creas puede disfrutarlo y/o necesitarlo. Si tu comentario
aparece anónimo, por favor deja tu nombre al final.
María
Eugenia Álvarez Brunicardi (Maucha).
@mabrelatos
Caracas, 28 de abril de 2024
PPD
Estrella de la mañana que nos regaló la salvación y sigue siendo el puerto más seguro que nos lleva a su hijo
ResponderBorrarMau! Hermoso! Conmovedor!
ResponderBorrarMe transportaste en el tiempo. Me quedé con ganas de más. Te quiero mucho!
Completa esos dos momentos! No nos dejes con esa interrogante. Que tu alma y tu pluma se desborden.
Que relato tan fascinante querida Mau.
ResponderBorrarQue buen resumen lograste. Me hiciste recordar mi época de estudiante Tarbesiana, cuando me deleitaba viendo las filminas. Las disfrutábamos los viernes y era como ir al cine, a ver y conocer sobre la vida de Jesús.
Mariela Brunicardi.
Lograste tu objetivo de escribir una historia conocida de una manera completamente nueva. Me encantó sobretodo tu entusiasmo cuando describes el deseo de poder sentarte con ellas con una taza de café y galletitas y oir los cuentos directamente de sus bocas. De todo lo que sé de la biblia (muy poco), siempre he sentido afinidad y respeto por la virgen…tal vez porque tuvo que haber sido una mujer muy fuerte y luchadora…o porque mi mamá siempre ha sido muy devota de ella. Gracias, de nuevo, por la enseñanza y por hacerme sonreir con tu perspectiva y entusiasmo. TQM. 😘😘
ResponderBorrarEstrella de la Mañana!!! Esa letanía bendita y linda! Recuerdo de nuestra infancia! Dicha con tanta devoción por mis tías en los Rosarios de cada noche! Inolvidable!
ResponderBorrarComo siempre hermoso tu relato, amiga mía! Aleccionador y verídico! Por acá, esperaremos la continuación. Gracias!! Gracias!!
Mauchita: hermoso tu relato de hoy!
ResponderBorrarMe encantó y lo disfruté muchísimo.
Ave María!
Tu hermanita
Me encanto!!!! Queda pendiente tu interpretacion de los dos pasajes comentados . Cuando se escribe tan sabroso y bien estructurado el texto, uno no se cansa ni se fastidia de leer. Mas bien se queda con ganas de un poquito mas. ❤😘🥰
ResponderBorrarPreciosura de relato Mau.
ResponderBorrarMe impresiona tu manera de escribir, es conmovedor.
Hildy
Maucha.
ResponderBorrarRealmente fascinante el relato de hoy.
Lo disfruté muchísimo.
Gracias.
Maucha.
ResponderBorrarMe fascinó el relato de hoy.
Dios bendiga tu don de la narrativa.
Feliz domingo.
Hermoso trabajo, cada día más perfeccionista e ilustrada, para que la luz de María...nos llegue a todos tus seguidores, fans ya hoy por hoy.
ResponderBorrarGracias Maucha, me encantó este relato, siempre aprendo mucho leyéndote. Yo he estado tratando de aprender más sobre la Virgen en estos meses y me encantó tu resumen. Ahorita estoy leyendo el tratado de la verdadera devoción de San Luis de Monfort.
ResponderBorrarUn beso grande y ojalá algún día nos podamos tomar juntas un café con galleticas 😍
Fascinante relato, lo disfruté al máximo,al igual que túr encantaría ser parte de esa merienda espiritual y tomar ese cafecito y saborear las galletitas,se vale soñar y lo estoy haciendo en este preciso momento.
ResponderBorrarEspero con entusiasmo y curiosidad los otros dos episodios de tan tierna y significante historias.
Mil gracias por compartir tus relatos,un fuerte abrazo , hasta tu próxima publicación !! Saludos Elia Ferreira
¡Precioso maru! Esa estrella de la mañana y de la noche que me abraza cada día y me guía hacia ella con tanta luz. Qué maravilla verlo reflejado en tu relato. Graciasss x compartirlo. 🫶🏽
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