Dos nietos amados en cuarentena.
Días
sin querer hacer tareas, sin avanzar, cansancio, aburrimiento, encierro; días geniales, con
excelente actitud, disfrutando terminar a tiempo y/o avanzar una materia
completa de toda la semana, ¡y que rico poner checks o usar resaltador
amarillo!… ¡listo, listo, listo, terminé, hice matemáticas de toda la
semana, ¡yesssss!!!!!
Y
los rituales previos al envío de un examen, ¿cómo olvidarlos? Unas veces la
señal de la cruz, con mezcla de confianza y susto; y otras, con la mano de la
abuelita, para darle “send” los dos juntos, una mano sobre la otra. Pero antes
de tocar la tecla, la pregunta oficial: “¿listo?” “¿le damos?”
Una de las primeras cosas que aprendí al llegar a Panamá en ese viaje no previsto, es que la “cheeta” es el animal más rápido del mundo y ellos (mis nietos) comparan su velocidad con la de un ferrari ¿Qué tal?
Las
películas infantiles las vimos casi todas… entre tantas, recuerdo Benji, Hotel
para perros, Stuart Little 1 y 2, Winter el Delfín, Paddington, el Rey León,
Aladín… y ni hablar de las series juveniles que me negaba a ver, y se volvieron
mis favoritas… Juacas, Malibú Rescue, Inbestigators… que las volvían a ver una
y mil veces. No hay nada que les guste más que una peli repetida; a mí no tanto,
pero me tocó volver a verlas y volver a disfrutarlas. Y lo mejor es que cuando
una escena les resulta divertida… la retroceden una y otra vez, para volverse a
reír igual que la primera.
Y el capítulo de fortnite ocupa un lugar importantísimo en esos meses… imposible dejar de mencionarlo. Podían jugar solos o con muchísimas personas. Si no usaban audífonos, los gritos de los jugadores, cada uno en su casa, se podían oír hasta en la China; si los usaban, me preocupaban sus tímpanos, jajaja, porque la capacidad que tienen para soportar esos sonidos de golpes, caídas, niños gritando, peleando, etc., a esos volúmenes, es impresionante.
Se iban a dormir pensando en fortnite, avanzaban tareas y esperaban el viernes con ansias, para poder jugar; si un día terminaban todo antes de mediodía, intentaban con sus poderosas armas de convicción, lograr permiso para jugar un ratico en algún momento antes del viernes. Si uno no lograba terminar todo el viernes y no podía jugar, pero el otro sí… ¡madre mía! ¡tragedia china!… ¡no es justo! ¡él ha jugado más! ¿por quééé?? ¡No he jugado en toda la semana! y un sinfín de quejas más. Y cuando llegaba la hora de jugar: ¡abuelita, el temporizador, el cronómetro, (funciones del celular que yo ni sabía que existían), por favor 30 min, que voy a partir en dos tiempos lo que me toca jugar hoy!
Pero
tengo que reconocer, que en ese largo encierro, el bendito juego era lo único
que los distraía y desconectaba. Aunque los desconectara para conectarlos, pero
bueee… algo que no fuera estudio y sí compartir con los amigos, al menos
virtualmente. También me resultaba muy divertido el “spanglish” en fortnite,
porque en Panamá es muy frecuente; de hecho, las maestras de español, incluyen
muchas palabras en inglés. Pero en fortnite, el “spanglish” no se trataba de
unas palabras en inglés y otras en español, sino de una adaptación de palabras en inglés, agregando las terminaciones “ado” en español, como “muteado”,
gliteado, googleado y muchísimas más que no recuerdo.
Pero
creo que lo más divertido eran las expresiones en general, mientras estaban
jugando: ¡No me mates Calvitooo" (nombre de uno de los amigos en el
juego, al que no conocían), ¡Te voy a expulsarrr! ¡Mayeee… invítameeee por
favor! ¡Déjame ser el líder! O cuando se les llamaba a comer y
respondían: ¡Ya voy, que estoy en mitad de una partida, por favoooorrr, dos
minutos!… y así, una y otra vez.
Bailes
y skins, fueron de las pocas cosas de fortnite con las que más o menos logré
familiarizarme… los personajes y sus trajes, cada uno más gracioso que el otro. Ellos
sabían perfectamente que no me gustaba mucho el juego, pero lograban
convencerme con su emoción, hasta que terminábamos chocando cinco, cuando lograban ¡Victoria magistral!!!!!!!... y se morían de la risa cuando intentaba
imitarlos en los bailes con sus skins y los ayudaba a escoger el que usarían en
el siguiente juego.
Luego
entra el capítulo de youtube. Cuando no jugaban, veían videos españoles,
argentinos y mexicanos sobre cómo jugar fortnite. ¡Diossss, no se acababa nunca!!!!!!
En cuanto a actividad física, para la que faltaba espacio físico, tiempo y motivación, algo se logró con cada uno, en momentos diferentes. Ignacio se emocionó practicando boxeo con su papá... golpes, patadas, flexiones, abdominales, mucha disciplina y resistencia... le encantaba y recuerdo que hicimos unos videos buenísimos, pero como todo en ese tiempo, duró poco, porque se fastidió. Santiago disfrutaba trotar o montar bici en el estacionamiento de la torre contigua, que estaba desocupada, porque con protección y distancia, lo habían autorizado y algunas personas lo utilizaban como desahogo, pero al poco tiempo, lo prohibieron. Se acabó el ejercicio, ¡oh oh!
La hora de dormir casi siempre era mágica, disfrutaban las pelis, tranquilos, sin ansiedad, rezaban un Padrenuestro o un Avemaría y su oración preciosa que me encanta: “Niño Jesús, dame amor, salud y fe. Dale luz a mi mente para aprender. Bendice a mis padres y a mis maestros también. Guía mis pasos por el camino del bien. Amén”. A veces, al terminar la oración, agradecíamos, pedíamos perdón por algo o hacíamos una petición especial, dependiendo del nivel de sueño que tuvieran. Les encantaba que la abuelita les hiciera masajitos en la cabeza y con ellos, se dormían rapidito.
Este
par de personajes amadísimos de su abuelita, más diferentes no podrían ser,
físicamente y en su forma de ser, sentir y actuar. Pelean como todos los
hermanos, pero no pueden vivir uno sin el otro. En todo lo que cuento, lo hago
muy general para los dos, sin personalizar, pero de eso se trata, de transmitir
lo que les es común, independientemente de la personalidad de cada uno.
Aunque
me encanta haber podido ayudar un poquito a los papás de estos muchachitos amados, mientras ellos tele trabajaban, me costó
asumir algunas responsabilidades de tareas y educación, con esta
nueva modalidad, cuando hubiera querido solo disfrutarlos y consentirlos, sin
regañarlos ni insistirles en terminar las actividades; pero sin que me quepa la
menor duda, haber estado ocho meses cerca de ellos, en esa situación exacta,
tal cual como se dio, no planificada… fue un “regalazo” de Papá Dios. De
ninguna otra forma los hubiera podido conocer tanto, conocer sus actividades,
gustos, fortalezas, debilidades, sentimientos, su carácter en formación,
definiéndose, afianzándose. Los caminos de Papá Dios, aunque al principio parecen
inexplicables, al final entendemos, que mayor perfección no hubiera sido
posible.
Intenté
permanentemente, dejar una huellita en sus mentes y en sus corazones. Con
absoluta seguridad, Santiago e Ignacio, la dejaron en mí. Aunque los he amado
sin medida desde antes de nacer, a raíz de ese viaje, me los llevo conmigo, donde
quiera que vaya, intravenosos y tatuados en el corazón.
Se que todos tienen sus historias de cuarentena, en diferentes lugares y situaciones y rodeadas de elementos diversos, que las hacen únicas, irrepetibles y propias, pero igual fue rico contarles la mía.
Y tú ¿cómo recuerdas la tuya? ¿como aventura o como inolvidable? ¿que te dejó de bueno?
¡Los leo!!!!! ¡Nos vemos en 15!!!!
Sígueme en instagram @mabrelatos. Ahí recordaré los días de publicación.
Maucha.
Caracas, 12 de febrero de 2022
(Original escrito en Panamá en noviembre de 2020)
Interesante y rica la experiencia que viviste con tus niños. Inolvidable. Gracias a Dios por permitir vivirla y compartirla. Los niños nos llenan de energia.
ResponderBorrar¡ Graciasss!!! ¡Así es!
BorrarEl tiempo de Dios es perfecto y ese "regalazo" que Dios envío a su vida lo tenía bien merecido, por ser tan especial. Excelente hija, madre, esposa, hermana, abuela, amiga... En fin, una persona que deja huellas. Dios la bendiga
ResponderBorrar¡Gracias por tus palabras tan bellas Rosita!
BorrarQue belleza Mau, momentos irrepetibles que te acompañarán siempre! Descripción perfecta de cada momento, me encantó vivirla en cada una de tus palabras, Dios siempre presente, un verdadero regalo para tí.
ResponderBorrar¡Así es Carmencita! ¡Gracias! Me alegra que te haya gustado, porque yo disfruté mucho escribiendo y recordando.
Borrar¡Así es Carmencita! ¡Gracias! Me alegra que te haya gustado, porque yo disfruté mucho escribiendo y recordando.
BorrarUna historia de la vida real que deja un aprendizaje importante , no importa que la rutina se la vida se altere por una situación fortuita lo importante es que esa nueva situación te permite darte cuenta de que podemos aprender cosas nuevas y que sacamos lo mejor de nosotros cuando tenemos una personalidad bien formada , te pudiste dar cuenta que tus nietos y tu pudieron dar respuesta asertiva a esta nueva situación , salieron airosos en momentos que pensaron que iba a ser imposible, Dios es grande y estos cambios fortuitos nos puso pruebas , gracias a la formación y cultura de cada hogar se pudo fluir en tiempo de pandemia.
ResponderBorrarMuchos vieron está pandemia como fin de mundo y se estrenaron en demasía ,se quedaron en la queja y hasta se enfermaron de los nervios , colapso el hogar, pero en tu historia bse deja ver que tuvieron una oportunidad de aprendizaje extraordinaria.
Me encanto te felicito con la magia de las palabras y la redacción das sentido a pasajes sencillos y los haces súper emocionantes FELICITACIONES MAU eres única
¡Gracias Elia querida! Me encanta contar con tus comentarios, siempre tan asertivos.
BorrarCómo olvidar ese día que estabas en el aeropuerto...yo ya había conseguido una familia que te adoptara si no lograba viajar...y recuerdo cuando me dijiste: ¡Me voy a Panamá! Y así es Dios!!! Con sus ocurrencias y aventuras nos llena la vida de felicidad. Ese tiempo junto a tus varones se convirtió es toda una experiencia de amor. Bendito sea Dios
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