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UN SÁBADO CUALQUIERA EN CANTABRIA




Comienzo feliz, celebrando que ayer se cumplieron seis meses del nacimiento de mabrelatos, deseando a todos un maravilloso fin de semana y esperando disfruten del relato de hoy, tanto como he disfrutado yo, escribiéndolo.

Como he contado en relatos anteriores, me encanta Cantabria y mientras más la conozco, más me gusta y más me entero de pueblos maravillosos, aun sin conocer. Ahora entiendo el eslogan de “Cantabria infinita”, porque realmente, parece que lo fuera, que su geografía no tuviera límites, que no se acabara nunca.

Para refrescar esa geografía, ubicarnos bien y definir límites, que sí los tiene, les cuento que, Cantabria es una comunidad autónoma española de carácter uniprovincial, definida como comunidad histórica en su Estatuto de Autonomía. Limita al este con la provincia de Vizcaya, al sur con las provincias de Burgos, León y Palencia, al oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico. Su capital es Santander.

Un sábado cualquiera, luego de una mañana de diligencias en Santander, donde vive mi hija Gisela, rodamos unos 48 Km, rumbo a Santoña, una villa ubicada en la zona nororiental de Cantabria, comarca de Trasmiera, un bello pueblo pesquero, famoso por las anchoas y el bonito del norte, que cuenta con 10.900 habitantes aproximadamente.

Geográficamente, Santoña está dividida en dos zonas: una llanura, donde se encuentra el casco urbano y una zona montañosa donde se alza la ladera de los Montes Brusco y Buciero. La punta del Brusco separa a Santoña de la población de Noja, con una división natural que da paso a la playa de Berria. La reserva natural de las Marismas, en la desembocadura del río Asón, representa una de las características más significativas de la identidad de la villa.

La historia de Santoña y su gente, siempre ha estado ligada al mar y a insignes marineros. Es cuna de Juan De La Cosa, famoso cartógrafo en el descubrimiento de América. También es considerada como el lugar donde se construyó la carabela “Santa María”.

Y es que, en Santoña todo tiene que ver con el mar. Desde sus extraordinarias playas, pasando por su vida cotidiana, desarrollada sobre el sector pesquero y la industria conservera, que son la base de su gastronomía, hasta sus fiestas más populares, como son los carnavales marineros, que constituyen uno de los festejos más coloridos de la región.

En la actualidad, Santoña es el primer puerto conservero del Cantábrico y posee el récord mundial de pesca. Su industria se basa sobre todo en la comercialización de bonito y de las famosas anchoas. Santoña ostenta el título de cuna de las anchoas en aceite de oliva.

Pero no sería justo continuar, sin dedicarle unas cuantas líneas, aunque me quede corta, al laborioso proceso de elaboración de las anchoas, el que, sin duda, genera un inigualable producto final. Lo que describo a continuación, lo hago en líneas generales, pero el proceso puede ser más simple o más complejo, según la conservera.

Lo primero que se hace es capturar las anchoas, a través de técnicas de pesca sostenible, durante los meses de primavera, que es la época en la cual el bocarte (nombre con el que se le conoce al pez), presenta un mejor balance de grasas, que lo hacen propicio para su conserva.

Una vez que el bocarte llega a la fábrica, se procede al descabezado y eviscerado a mano. Luego se introduce en barriles de sal por camadas, intercalando capa de sal y capa de anchoa. A los barriles de anchoas se les coloca una presa de gran peso encima para ir deshidratando la anchoa, poco a poco. A este paso se le denomina proceso de salazón y suele durar unos 6 meses aproximadamente.

El siguiente paso consiste en la eliminación de la piel y de la sal, proceso que suele ser realizado a mano en algunas conserveras, limpiando cada anchoa una a una; o utilizando agua caliente para limpiarlas, en otras.

Luego se pasa la anchoa por tres barriles diferentes de agua para eliminar restos de sal, con el fin de lograr unos filetes con el punto de sal exacto. Luego se enrolla el pescado en paños especiales y son colocados en máquinas que ayudan a extraer el agua que pueda haber quedado.

Entran entonces en escena, las famosas sobadoras *, para terminar de limpiar la anchoa… le cortan la cola, le quitan la espina dorsal, separan los filetes y eliminan las espinas. Este es un trabajo minucioso y de detalle que requiere de personal con mucha experiencia, nada fácil de conseguir.

Luego las anchoas se colocan con el aceite en el recipiente indicado y se envasan.

Por último, se etiquetan los envases, con fecha de elaboración y consumo preferente, que suele ser unos 8 meses, por su bajo contenido en sal.

*Aunque no lo he leído, consideré interesante mencionar que, en 2016 se publicó el libro “Sobadoras de anchoa. Historia de mujeres de Santoña”, escrito por Raúl Gil y Mada Martínez, con fotografías de Jon Astorquiza de Val, basado en las historias de 35 mujeres que han pasado toda su vida trabajando la anchoa, y cómo en cada una de ellas, se mezclan la dimensión pública, laboral, privada y doméstica.

Así como está ligada al mar, la historia de Santoña, también lo está plenamente, al Monasterio de Santa María del Puerto, el cual daría paso con el tiempo a la iglesia de Santa María del Puerto, templo gótico de la primera mitad del siglo XIII, ubicado en el casco urbano de Santoña, el cual fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de1931, constituyendo en la actualidad, su mayor valor patrimonial. Entre los retablos conservados en la Iglesia, destaca el de San Bartolomé, donde se encuentran tablas pintadas, firmadas por Petrus Nicolai de Brujas, gran artista flamenco de comienzos del siglo XVI.

Para cerrar este concentrado abreboca de historia, geografía, economía y cultura de Santoña, le doy paso a mi tradicional pincelada de experiencia personal, tomado de mi más reciente visita a esta villa de pescadores, la cual me enamoró desde el día que estuve allí, por primera vez, hace unos cuantos años.

Un sábado cualquiera, sin importar la época del año… aunque si es verano, mucho mejor, visitar Santoña, caminar por sus callecitas y por el puerto, sentarse a tomar algo y degustar sus anchoas, es una absoluta delicia.

Pues resulta que, en esta última visita del sábado 28 de mayo, llegando a eso de la 1:00 de la tarde, no encontrábamos sitio para aparcar, todo estaba lleno y no entendíamos por qué, ya que parecía ser un sábado cualquiera, pero sin saber que, ese día se retomaba, después de la pandemia, la celebración, muy famosa, por cierto, de la Gran Feria Rociera; y la Asociación Musical Santoñesa, promovió para ese día, actuaciones y bailes con toques andaluces en distintas plazas del pueblo. Los vecinos y visitantes, vestidos con trajes de flamencas y bailaores, se adueñaron de las calles para mostrar su afición por las sevillanas.

Simultáneamente, organizado por la Concejalía de Cultura, se llevaba a cabo la conmemoración de la rendición napoleónica en la villa, con el desfile de abanderados españoles, franceses e ingleses por las calles y el posterior cañonazo en el paseo marítimo, junto al monumento al Bicentenario de la Capitulación Francesa.

Tan grata como sorpresivamente, pudimos disfrutar de ambas celebraciones en
vivo y en directo; historia y folklore en un mismo escenario, en un lugar de belleza natural y gastronómicamente único y especial. Un sábado cualquiera, en el que solo planeábamos comer anchoítas, logramos eso y mucho más.

Justo en la mesa donde almorzábamos las famosas anchoas en sus laticas, que es como las sirven, quesitos curados, bonito del norte y mejillones, todo lo típico del lugar, logramos en primera fila, observar el desfile de soldados uniformados que marcharon frente a nosotros.

Más tarde, mientras comíamos unos heladitos en otra esquina, pudimos ver a la gente en las calles, unos, vestidos muy deportivos, otros, elegantemente ataviados para la ocasión, bailando sevillana y paso doble… parejas jóvenes, personas mayores, mujeres solas… todo tan auténtico, natural y con tal desparpajo, gozando el momento, de la misma manera como los españoles, en general, saben vivir y disfrutar de las tradiciones y la cultura de su país. Y nosotros como visitantes, a la par de ellos, gozamos el momento y salimos felices y agradecidos de que un sábado cualquiera, se convirtiera en una fiesta histórica y folklórica, como completa novedad, en un lugar que nos encanta.

Saliendo de Santoña, rodamos unos 15 Km para llegar a Ajo, capital del Municipio Bareyo, ubicada a 46 metros sobre el nivel del mar y que, para 2021 contaba con una población de 1669 habitantes

Situado sobre el Cabo de Ajo, punto geográfico más septentrional de la costa de Cantabria y uno de los más accidentados, encontramos el Faro de Ajo, el último faro construido en Cantabria, ya que a pesar de proyectarse su construcción para 1907, fue inaugurado en 1930. En 1985 se construyó un faro nuevo al lado del original, que fue demolido. 

En agosto 2020, el artista santanderino Okuda, a petición de la Autoridad Portuaria de la región y con apoyo explícito del presidente del gobierno de Cantabria, intervino el faro de Ajo, que ocupa una torre de 16 metros, con una altura de 71 metros sobre el nivel del mar, utilizando 72 tonalidades de color y completando su trabajo, con un barnizado para ralentizar los inevitables efectos que el salitre y el viento ejercerán sobre la pintura. La famosa obra ha generado tanta polémica como éxito turístico. Al mes y medio de haber sido pintado por Okuda, más de 74.000 personas habían visitado el faro, el doble de lo que solían hacerlo en un año.

Óscar San Miguel Erice, mejor conocido como Okuda, nacido en Santander en 1980, es un pintor, escultor y diseñador español, especializado en arte urbano. Realiza obras de gran formato con figuras fragmentadas en formas geométricas y fuerte policromía. Estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus obras destacan: “Where is Okuda”, en la Comunidad de Madrid; “Kaos Temple”, en Asturias; “Entre dos universos”, en la estación de metro Paco de Lucía, como homenaje al guitarrista; “Once Espejismos para la libertad”, en Marruecos; “Iglesia internacional del Cannabis”, en Denver; “New Mona Lisa”, en París; “Skull Mirror”, en el Castillo Chateau de La Valette, en el Valle del Loira, Francia; “Equilibrio Universal”, en la Falla del Ayuntamiento de Valencia; e “Infinite Cantabria”, como denominó a la obra realizada en el Faro de Ajo, primer faro en ser intervenido artísticamente a lo largo de todo el litoral español.


Para llegar hasta el Faro, hicimos un buen recorrido andando, por paisajes de ensueño, caminos cubiertos de florecitas de monte que parecen alfombras de colores, mientras que, hacia abajo, a la derecha, se podía observar el mar, chocando contra las rocas, y contemplar una mezcla maravillosa de azul intenso, con el blanco puro de la espuma que forman las olas… Colores, movimiento, sonidos… el mar tan lejos, pero tan cerca… Caminando para ver una obra hecha por el hombre, te vas deleitando y ¡de qué manera! con la majestuosidad de la Creación, disfrutando a cada paso, de la obra de Dios… en el sol que encandila, en el cielo azul claro, en las nubes blancas, en el mar inmenso, en los verdes y tupidos montes, en las florecitas multicolores, en el viento fresco que despeina, hasta en el gris triste y en las formas diversas de las piedras. Realmente, un espectáculo de la naturaleza, que agradezco infinitamente y que no estaba en mis planes contemplar ese día.

A medida que vas caminando, el faro se va acercando… cada vez más grande, cada vez más colorido. Y llegamos... Y desde mi óptica, en mi humilde opinión, que, con seguridad, dista bastante de la de un crítico de arte, lo encontré bellísimo, artístico e imponente, por la dimensión de la torre y por su colorido grandioso. Desconozco la motivación del autor, pero en mí, logró un efecto bonito y alegre con su obra; me encantó llegar y verlo tan cerca, como fue posible.

Como en Cantabria un sábado cualquiera rinde mucho el tiempo y si es con Gise, mucho más… pues ya de regreso a casa, nos fuimos a conocer la Ermita de la Virgen del Mar, edificación situada en la isla de la Virgen del Mar, en San Román de la Llanilla, municipio de Santander.

¡Queeeee lugar!!! Aquí, la naturaleza, descaradamente, vuelve a hacer de las suyas… playa hermosa, viento frío y fuerte, sendero empinado, monte, piedras y florecitas; gaviotas planeando suave con vuelo bajo y graznido cercano, se mezclan con el sonido fuerte y constante del mar. Todo se va observando y disfrutando, a medida que vas subiendo por el camino. Al llegar arriba, te encuentras, ni más ni menos con “La Vista”, completa y absoluta del lugar; cielo, tierra y la inmensidad del mar, por un lado y por otro. Y lo más importante, llegas a la ermita preciosa, la cual suele permanecer cerrada, pero ese día la encontramos abierta, porque la estaban limpiando para las fiestas que se celebrarían la semana siguiente. Eso nos permitió entrar, conocer, disfrutar el lugar por unos instantes y rezarle a la Virgen, aunque Ella no estaba, porque la habían trasladado a otro sitio, de donde saldría en procesión durante las fiestas, para regresar a la ermita.

Pero por no haber visto la imagen, no dejaré incompletas ni su descripción ni su historia… Así que, de un cuadernillo impreso en 2008, para las fiestas de la Virgen, el cual recibí como regalo de alguien muy especial, logré extraer todo lo que les cuento a continuación.

La imagen de la Virgen del Mar, patrona de Santander, es una imagen de talla gótica que data de finales del siglo XIII o principios del XIV y que conserva la tradición iconográfica del período románico. Se trata de una figura de 55 cm de altura, sedente en un sitial bajo, con el Niño sentado en sus rodillas en la parte central.

Una tradición cuenta que la Señora apareció flotando sobre una tabla entre las rocas de la costa, por lo que no podría tratarse de una talla de una nave o “Virgen de galeón”, que así se llamaban las imágenes que llevaban los barcos. El hecho de que estas imágenes iban sujetas por un vástago al barco, hace pensar, también, que la nave podría haberse hundido y el mar sacado a la costa la imagen.


Otra tradición cuenta que los vecinos quisieron edificar un santuario dedicado a la Señora en el lugar del Rostrío, no muy lejos de la actual ermita, aunque más lejos de la costa, pero que los materiales acopiados durante el día, eran devueltos misteriosamente durante la noche al lugar donde había aparecido la imagen en la isla solitaria, en la que actualmente se encuentra la ermita.

La ermita fue fundada a finales del siglo XIV por D. Gonzalo Fernández de Pámanes, que pertenecía a uno de los seis linajes primitivos de Santander y cuyo sepulcro, del año 1400, se encuentra en el interior de la ermita.

El lunes siguiente a la Pascua de Pentecostés, se celebra la fiesta de la Virgen del Mar en la ermita. Fiesta que coincide con el cumplimiento del Voto, por parte del Cabildo y del Ayuntamiento de la Villa.

Popularmente y desde siglos, la imagen de la Virgen del Mar ha ejercido un extraordinario influjo en la ciudad de Santander y sus alrededores. Al pasar frente a la isla, los pescadores se encomendaban a la Virgen para que los protegiese frente a los peligros del mar.

En 1509 fue robada la imagen por unos piratas, cuyo barco, en su huida, naufragó frente a Castro Urdiales, lo cual se interpretó como un milagro de la Virgen. Su imagen, descubierta flotando sobre las aguas del mar, fue devuelta, acompañada de una gran procesión hasta Santander.


El 4 de junio de 1979 fue proclamada patrona de Santander. El 25 de junio de 2005, fue coronada canónicamente por el entonces obispo de la Diócesis de Santander D. José Vilaplana Blasco. Con este motivo, doce niñas huérfanas de Sri Lanka fueron apadrinadas hasta concluir sus estudios en la Universidad ¡Amé esta iniciativa! ¡Muy replicable!

¡Gracias por leerme!  ¡Me encantaría leer tu comentario, observación o crítica constructiva! Lo agradezco y valoro muchísimo. Si te gustó, dale seguir en el blog mabrelatos.blogspot.com, comparte el relato o todo el blog, con quien creas puede disfrutarlo… y sígueme en Instagram @mabrelatos, donde estaré recordando los días de publicación.

¡Nos vemos en 15 días, Dios mediante! ¡Gracias!!!!

Maucha.

Caracas, 9 de julio de 2022



Comentarios

  1. Me encantó! Es recorrer y conocer a través de tus líneas un lugar especial. Ahora con más ganas de conocerlo personalmente.

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  2. Fantástica historia me encantó el recorrido la historia, y la Virgen del mar!! Gracias por llevarme con tu escrito a tan lindo lugar.

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  3. Que bonito es leerte y viajar contigo en tus relatos, lograste llevarme a Santander y conocer un poco de su historia, costumbres y hasta deseo probar la lata de anchoas y me vi en el lugar más alto del faro. Un abrazo fuerte y sigue encantando con tus relatos.

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    Respuestas
    1. Ahh, olvidaba felicitarte por los primeros 6 meses de Mabrelatos. Luz Elena Pino Ll

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  4. Precioso relato, como todos. No tenía idea de las bellezas de Cantabria. Que maravilla seguir disfrutando tus relatos.

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  5. Mau querida! Que lindo relato …. Lo disfrute tanto que me parece haber vivido ese maravilloso paseo con ustedes … no falto detalle que no lo exaltaras de manera tan sensible … esa naturaleza tan espectacular ha quedado grabada en mi mente y en mi corazon por siemore !!
    Gracias por regalarnos tanto! Dios te bendiga !!

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  6. Me encantó el recorrido que haces al transmitir todo los detalles también importantes de la Ciudad. Gracias 🤩

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  7. Me explicaste como seguirte, pero lo intento y no sé cómo hacerlo. Cuando te vea, por favor me lo explicarás en físico. Aaaajajajajaja disculpa mi ignorancia sobre el tema o lo estaré haciendo bien y no me entero

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  8. Maravilloso, absolutamente real y cercano. 😍
    Seguiremos viviendo esos momentos de absoluta felicidad. 🫶🏽

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