CAMBIAR LA MIRADA

 

¡FELIZ Y BENDECIDO DOMINGO- FIESTA DEL CORPUS CHRISTI!

¡Bienvenidos a mi relato 39!

Hoy haré una parada en el camino que hemos venido recorriendo a través de las páginas del libro Medjugorje, para hacer una reflexión cotidiana y fresca que me ha funcionado chévere y quise compartir, porque de eso va la vida, de disfrutar cosas pequeñas, simples y sencillas.

Una mañana de abril de este año, comenzando mi intento de hacer habitual la caminata por el parque Las Rocas de Los Samanes, en tiempo de sequía, largo y sostenido, al que se podía sumar el inicio del calor, llegando «con todo», de manera inconsciente y muy rápido, me formé una visión general del lugar y del momento, a manera de juicio, y ¿cómo creen que resultó? Literalmente, horrible… El monte seco, recién podado y arrumado a los lados del parque, donde pueden pasar muchos días sin ser recogido; árboles secos, quemados, terriblemente enfermos, que se nota que no han recibido cuidado, ni mantenimiento, ni fumigación y muchísimo menos, cariño. Hojas secas que cuando son barridas, pueden pasar semanas sin ser retiradas. Personas que no dan los buenos días, que no sonríen, que no piden permiso para avanzar, inmersos en su ejercicio, bien sea caminar, correr o trotar, absortos en lo que sea que estén haciendo, oyendo música, hablando por celular o conversando con el de al lado, mascotas sin correa, excrementos de algunas de ellas en el circuito, en fin, terrible todo... Aridez de desierto, paisaje triste, gente indiferente, escena miserable. Tal cual…

De repente, como por arte de magia, cambié de canal y pensé en la cantidad de oportunidades que perdemos viendo, comentando, criticando y amargándonos, por lo negativo que encontramos en una situación, entorno, cosa o persona, en vez de extraer lo bueno, bonito o positivo que haya dentro de tanta fealdad, aunque sea muy escondido. Y me dije: ¿y si intentara extraer con pinza los pedacitos de belleza que queden? Porque los habrá, digo yo, pero la verdad es que, a simple vista, no parecía que existieran.

En ese momento decidí comenzar mi ejercicio mental. Y cambiar de canal en mi cabeza, fue lo mismo que cambiar el escenario a la mitad del circuito. Resulta que ese día o la noche anterior, uno de los pocos árboles floridos que quedaban en el parque, dejó caer sus flores sobre un espacio donde suelen recibir entrenamiento de gimnasia o TRX un grupo de señoras. Una alfombra morado lila, bellísima, formando un círculo perfecto, amaneció ese día en el lugar. Literalmente, un espectáculo natural, en contraste con el cielo azul, que estaba más bello que nunca, tan propio de Caracas. Eso llevó a muchas personas a tomar fotos, a compartir unos con otros, a conversar. De pronto me vi hablando con una muchacha que no conocía, sobre la estera morada, las dos tomábamos fotos y buscábamos el nombre del árbol en google. 😄 

Comencé entonces a recrear escenas en mi memoria sobre otros días en el parque. Recordé a un joven sordo mudo, que sonríe muy expresivo, con cara de simpático y buena gente, que un día nos pasó por un lado corriendo y en su media lengua, dijo algo que no entendí y me regaló un bocadillo de guayaba… una gentileza sin lógica alguna, pero así fue y me conmovió muchísimo. Pensé en la señora muy seria con cara de brava, que cuando nos cruzamos, porque ella camina en sentido contrario, sonríe amablemente al hacer contacto visual y da los buenos días, y recordé a su amiga, la chiquita de pelo blanco (no yo, el mío es plateado) que saluda simpática y gestualmente expresiva  con un ¡holaaaaa! Y también a la pareja con su perrito, que el señor es muy serio, camina rápido, pero asiente con la cabeza en gesto cordial… y su esposa (creo), que hace una especie de trote olímpico, súper gracioso, de ojos azules muy lindos, que saluda siempre amable, enérgica y de gran sonrisa, con un animado: “buenos días vecina”. O el señor que camina con sus llaves en la mano, con su "tan formal como cordial": ¡Buenos días señora!  El entrenador que saluda  alto, claro y sonriente, con un: ¡Buenos días! ¿Cómo amanecen? También vino a mi mente, el mercadito de los miércoles, el olor de las cachapas recién hechas, el color del juguito de naranjas dulces y los encuentros esporádicos, bien sea caminando o comprando, con nuestros grandes y queridos amigos nuevos de toda la vida, José y Yantany, con quienes, cualquier rato siempre resulta maravilloso y muy divertido, porque además de querernos mucho, compartimos sentido del humor bueno y fino. 😂 Y de pronto, sentí a mis queridas, escandalosas y multicolores guacamayas, sobrevolando el cielo precioso... y  un grupo de muchachos que entrenan béisbol, haciendo su calentamiento antes de comenzar la práctica, me pasaron al lado corriendo durísimo, saludando agitados y contentos, pidiendo permiso para avanzar.

Cuando tomé conciencia, estaba asombrada de lo que puede hacer  un ligero cambio en la mirada, frente a personas, situaciones, momentos, lugares... Puede modificar por completo la escena, el panorama y mucho más. No solo era asombro, era gratitud inmensa con Papá Dios por mostrarme lo que no veía o no quería ver.

No se trata de tapar el sol con un dedo, ni de dejar de ver la realidad, es una simple invitación, para que, con pinza o gotero, porque tal vez sean partículas diminutas, hagan el ejercicio diario de intentar extraer algo bonito dentro de lo feo, alegría en la tristeza, bondad dentro de la maldad, claridad en medio de la oscuridad, porque siempre, siempre, lograremos sacar algo... y con seguridad, nos ayudará a cambiar el enfoque. Confieso que algo que me ha costado mucho entender, y que hoy me encanta poder afirmar, porque estoy convencida de ello, es que: lo único que podemos cambiar en las personas, es nuestra forma de mirarlas... Eso hará el cambio en nosotros, sin duda... tal vez en ellas también, pero si no lo hiciera, simplemente nos tocará aceptar que no está en nuestras manos, que ese cambio depende de la otra persona. Y una vez asimilado, llega un airecito fresco como de paz, como deeee... “hice lo correcto”. 

Paréntesis y cierro... De repente, me vino a la mente, entre recuerdos borrosos y confusos, una vez hace mucho tiempo, cuando estaba en la coordinación de religión de preescolar del Andes, una actividad de equipo, que no se si era de Navidad o de cierre de año, pero recuerdo a Virmar Visconti, consagrada del Regnum Christi (queridísima) coordinando el evento, en el que se utilizaron nombres de canciones, para describir a las personas del equipo. Solo sé que a mi me tocó: "Love is in the air". 😂😂😂😂 Será que siempre me han visto así y yo no me había dado cuenta. Bueee... ¡Mejor así! ¿No?

Intenta cambiar la mirada hacia alguien o algo 😉 ¡Funciona! Casi siempre, pero funciona.

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No olvides pensar, oír, contar lo bueno y hacer que la gratitud pase al siguiente nivel, porque las cosas cambian para bien, cuando la gratitud es mayor que la queja, lo certifico.

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¡Feliz semanita! Nos vemos en 15 días, si Dios quiere; lo recordaré en @mabrelatos.

María Eugenia Álvarez Brunicardi (Maucha).

Caracas, 11 de junio de 2023

PPD