¡FELIZ
Y BENDECIDO DOMINGO!
¡DÍA DE LA DIVINA PASTORA!
Viene del capítulo anterior, SACRIFICIO INCRUENTO I.
Comencemos por recordar que la Última Cena de Jesús fue la primera Misa que se celebró. Hablamos de sacrificio incruento, porque en cada misa, se repite el sacrificio de Jesús, pero sin sangre.
Veamos qué dice la Real Academia
Española (RAE) sobre la Misa:
Misa. En la religión católica, celebración en la que el sacerdote renueva en el altar el sacrificio del cuerpo y la sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino.
Y el Catecismo de la Iglesia católica,
compendio de la doctrina católica, nuestra fuente más confiable, explica en la
Segunda parte, La celebración del misterio cristiano, segunda sección, capítulo
primero, artículo 3, lo siguiente:
1323. «Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, al alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura».
Ya conocemos el origen de la Misa y su definición. Vamos directamente a su estructura y explicación.
La Santa Misa consta de dos partes
principales que son:
La Liturgia de la Palabra
La Liturgia de la Eucaristía
Hoy nos centraremos en la primera parte de la Misa, que comienza con los Ritos iniciales, seguidos por la Liturgia de la Palabra.
RITOS INICIALES. Son los ritos introductorios y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la Eucaristía. Permanecemos de pie, en actitud de estar listos y disponibles para la llamada de Jesús.
Procesión de entrada. Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.
Saludo inicial. Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.
Acto penitencial. Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.
Gloria. Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él. Se reza solo en las misas dominicales.
Oración colecta. El sacerdote invita al pueblo a orar; y todos a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio. Luego, el sacerdote lee la oración que expresa la índole de la celebración; el pueblo la hace suya, diciendo amén.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando. Comprende: Primera Lectura - Salmo Responsorial - Segunda Lectura - Aleluya - Evangelio - Homilía - Credo - Oración universal.
Durante la Primera lectura, el Salmo y la Segunda Lectura, permanecemos sentados, en actitud de escucha y atención.
Aquí quiero hacer un paréntesis para compartir algunas pinceladas de algo que encontré en un foro de Catholic.net, publicado en mayo de 2009 y cuya autoría es de E. Volpacchio y R. Reynaud y se denomina Urbanidad de la Piedad. No sabía que existía con ese nombre, pero me resultó muy acertado y creo que lo más parecido a lo que buscaba, para explicar mi inquietud sobre el respeto y las normas en el templo, como lugar sagrado. Cito textual:
«En la vida social hay unas formas,
unas "reglas" de buena educación y hasta un protocolo. Una persona se
muestra a sí misma, a través de ellas. También hay unos modos de tratar a Dios y
de estar en una iglesia. Se le podría llamar la urbanidad de la piedad.
Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre: el amor y la confianza que proceden de la
filiación divina no conllevan una falta de respeto o igualdad de situación
delante de nuestro Creador. Es por esto que debemos cuidad las posturas y los
gestos. Todo pretende ser expresión de respeto y amor a Dios. Por eso hemos de
cuidar una serie de detalles, como:
* Vestirse dignamente y con cierta elegancia para visitar a Dios. Evitar los escotes y los vestidos provocativos.
* Dios nos habla, pero no por celular. Apágalo.
* Guardar silencio en el recinto sagrado para facilitar el recogimiento y ayudar a que los demás puedan hablar con Dios.
*Guardar la hora de ayuno si se va a comulgar. La fila para comulgar no es una cola, es una procesión hacia Jesús. Vamos preparándonos a recibir al Señor. Supone recogimiento interior.
*No cruzar las piernas; no es elegante hacerlo dentro del recinto sagrado.
* No comer, ni mascar chicle..., no jugar, no hacer muecas ni bromas.
* Evitar distracciones, como la curiosidad de mirar quién entra o sale.
* Cuidar la forma de sentarse. Derechos, sin "acostarse" en los bancos. Sin apoyar los pies en los reclinatorios (se arruinan, los zapatos los llenan de polvo y después manchan las rodillas de los pantalones).
*Persignarse con devoción, sabiendo que se hace la señal de la Cruz.
*Que la genuflexión ante el sagrario sea un acto de fe. La rodilla derecha toca el suelo, con el cuerpo erguido, mirando hacia el sagrario.
* La inclinación de cabeza son señal de respeto y veneración, se hace ante el
altar (que representa a Cristo) y ante imágenes de la iglesia.
Amar a Dios con todo nuestro ser y nuestra vida, obviamente incluye nuestros
gestos. El amor se nota. Y si no se nota... es que es demasiado débil.
Así como el cumplimiento de los modales y normas de buena educación muestran la
"calidad humana" de una persona, la urbanidad de la piedad muestra
nuestra fe, esperanza y amor. Es respeto y elegancia, aplicado a las cosas de
Dios».
Cierro este largo pero necesario y oportuno paréntesis, para continuar con las partes que comprende la Liturgia de la Palabra.
Salmo. Tomada del libro de los Salmos. Meditamos rezando o cantando un salmo.
Segunda lectura. Tomada del Nuevo Testamento. Dios nos
habla a través de los apóstoles. Nos sirve para saber cómo vivían los primeros
cristianos y cómo explicaban las enseñanzas de Jesús. La Segunda Lectura se lee
solo en misas dominicales.
El canto del Aleluya u otro canto de preparación, nos dispone a escuchar la proclamación del Evangelio.
Durante el canto y la lectura del Evangelio, permanecemos de pie.
Evangelio. Es el relato de la vida y las enseñanzas de Jesús y está tomado del Nuevo Testamento, específicamente de los evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
Cuando el sacerdote anuncia la proclamación del Santo Evangelio, respondemos, diciendo: "Gloria a ti, Señor". Cuando finaliza su lectura, diciendo “Esto es Palabra del Señor”, aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".
Homilía. El celebrante nos explica la Palabra de Dios,
contenida en las lecturas. Es lo que antes conocíamos con el nombre de sermón.
Permanecemos sentados durante la Homilía, en
actitud de escucha.
En este punto, quiero detenerme, para
dedicarle algunas líneas a un momento de la misa, en el cual, el sacerdote, al
mismo tiempo que explica las lecturas bíblicas, desde la espiritualidad, desde
lo sobrenatural, tiene la oportunidad, sin desviarse de la liturgia, de
relacionar las lecturas con la vida diaria, para que el ejemplo que nos dejan
las sagradas escrituras, lo podamos llevar a la práctica.
Es maravilloso, cuando el domingo,
después de la Misa, logramos llevarnos tatuadas en el corazón, unas pocas, pero
contundentes palabras que nos ayuden a crecer espiritualmente y nos sirvan para
toda la semana, que nos hagan ser mejores cristianos, mejores personas, mejores
seres humanos, o simplemente que nos dejen pensando, reflexionando, meditando,
para intentar lograrlo.
Admiro profundamente a los sacerdotes, los valoro,
respeto y agradezco su entrega, porque sin ellos no tendríamos a Cristo
realmente presente en la Eucaristía… son ellos los únicos que pueden consagrar.
Es por esta razón que no debemos dejar de rezar nunca por las vocaciones, para
que haya muchos y santos sacerdotes. No obstante, una humilde y respetuosa
invitación a revisar el tiempo, el contenido y la forma de transmitir las
homilías, no es irreverencia, en lo absoluto; por el contrario, creo que podría
hacer mucho bien. No vamos a misa por el celebrante ni por su homilía, pero ¿cuántas
almas confundidas, que no están muy claras en su fe, podrían acercarse o
alejarse de Papá Dios y de la Iglesia, solo por una Homilía?…
Como anécdota jocosa, pero que me
encantaría sirviera como punto de reflexión, no quiero dejar de mencionar que,
hace algunos meses, fuimos a misa, con nuestro nieto de 13 años, en un pueblo de
Panamá, cerca de la playa donde nos encontrábamos. Solo diré que la homilía
duró 35 minutos, así como lo leen,
35 minutos de divagar y divagar... exactamente lo contrario a la posibilidad de llevarnos en el
corazón, un alimento para la semana. Mi nieto, al salir de Misa, solo atinó a
decir: “¡Ese man sí habla!”. Por supuesto, ese comentario fue el chiste del
resto del viaje. Ahí lo dejo…
A propósito de todo lo anterior,
quiero compartir, lo que dice el Papa en su exhortación apostólica: Evangelii
Gaudium, en el Capítulo tercero. El anuncio del Evangelio. La Homilía
(135-144), sin desperdicio alguno.
138. «La homilía no puede ser un
espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos,
pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración. Es un género peculiar,
ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una
charla o una clase. El predicador puede ser capaz de mantener el interés de
la gente durante una hora, pero así su palabra se vuelve más importante que la
celebración de la fe. Si la homilía se prolongara demasiado, afectaría dos
características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el
ritmo. Cuando la predicación se realiza dentro del contexto de la liturgia, se
incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediación de
la gracia que Cristo derrama en la celebración. Este mismo contexto exige que
la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión
con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo,
de manera que el Señor brille más que el ministro».
CREDO. Con la profesión de fe o Credo, el pueblo da su
asentamiento y respuesta a la Palabra de Dios proclamada en las lecturas y en
la homilía, y trae su memoria, antes de empezar la celebración eucarística. El
Credo se reza en las Misas dominicales.
ORACIÓN UNIVERSAL. En la oración universal u oración de los
fieles, el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los
hombres (Papa, Iglesia, Estado, necesidades…). La asamblea expresa su súplica
con una invocación común, que se pronuncia después de cada intención.
«Si supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella». San Juan María Vianney (santo cura de Ars).
Si
te gustó, me encantará que lo comentes y compartas con quien creas puede
disfrutarlo y/o necesitarlo. Hasta muy pronto, cuando nos encontraremos de
nuevo en una próxima publicación, dedicada a la Liturgia de la Eucaristía.
María
Eugenia Álvarez Brunicardi (Maucha).
http://648a4cbc3276b.site123.me/
Caracas, 14
de enero de 2024
PPD
Mi Maucha querida! Tu texto, como siempre de agradable lectura, en esta oportunidad es una lección perfecta! Una enseñanza, que muchas veces deseamos y necesitamos!! Es una instrucción y un recuerdo de Fe para nuestros corazones!
ResponderBorrarGuardaré este texto magnífico como quien guarda un tesoro de saberes! Agradecida por tu investigación divina y por tu generosidad al compartirla! Gracias!!!!
Yantany
Muy buena explicación! Feliz domingo!!!
ResponderBorrarMe gustó mucho, porque es una explicación muy didáctica sobre la Santa misa. Gracias.
ResponderBorrarBuenos días amiga bella, me sentí en misa, cómo cuando la escuchaba en Mano Amiga.Y yo cantaba.
ResponderBorrarQue bien explicadita mi Maucha.
Bella la lectura, como siempre lo haces.
Me rebobinaste toda la misa, que bella eres, que Dios te bendiga siempre un fuerte abrazo 🫂
ResponderBorrarMe encantó porque explicaste de una manera muy amena, el significado de cada parte de la misa...
ResponderBorrarEs la primera vez que leo y además entiendo todo lo referente a una misa y me lleva a ver con otros ojos (por así decirlo), todo lo que envuelve este momento.
Y tu nieto me hizo reir y recordar los tiempos qué iba a la misa de la iglesia de Baruta y duraba como 2 horas o así lo sentía....
Y justamente el Sermón era lo que me mataba pues lo sentía tan tedioso y con mensajes tan castigadoras que mas bien me alejaban de las misas.
Por cierto, imagino que tus catequesis deben ser un deleite ya que la forma como relatas las cosas son tan amenas y sencillas que puedo ver a todos esos niños embelesados recibiendo y captando todos esas enseñanzas.
Me encantó, gracias por compartirlo 🙏🏻
ResponderBorrar¡Qué preciosa forma de evangelizar! Gracias por compartirlo 💛 El valor de la misa es incalculable porque recibimos esa gracia de Dios que nos eleva cada día más hacia Él.
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