CATARSIS DE ESCRITORA INVISIBLE

¡FELIZ Y BENDECIDO SÁBADO!

Llevo un tiempito sin publicar y hoy amanecí con deseos de compartir lo que para mí, significa escribir, de cara a mis fieles lectores; a quienes me leen poco, a los que no me leen y también a los nuevos escritores, con los que comparto el ser “poco conocida”, esos de quienes conozco sus desahogos auténticos, espontáneos, que he podido leer y disfrutar en Instagram y en threads, con los que me he sentido súper identificada y hasta me han hecho reír, aunque con la diferencia (estoy casi segura) de que todos son muy jóvenes, mucho menores que yo. ¿Y entonces? Clara y feliz con mi edad, pero con apertura a aires frescos y a lucecitas que iluminan en este mundillo tan particular.

Quienes me conocen, saben que siempre me ha gustado escribir, pero no fue sino hasta hace muy poco que decidí tomarme en serio la escritura, ya siendo muy grande en edad, porque en estatura no crecí nunca. Tan en serio me lo he tomado que, el “Pienso, luego existo” de Descartes, se ha convertido para mí en: “Escribo, luego existo”... lo que me ha llevado a publicar tres libros y más de 50 relatos en este blog. Realmente, amo escribir.

Recordé entonces lo fácil, rico, sencillo y divertido que es escribir, cuando a uno le gusta y lo disfruta tanto como yo, pero al mismo tiempo, pensé en lo difícil que es querer compartir eso que tanto amas hacer, con personas desconocidas, conocidas y a veces hasta con las más cercanas y queridas, cuando eres simplemente un pichón de escritor, prácticamente invisible. Y en cualquiera de los casos, se presentan las mismas limitaciones… Hay un “de todo un poco”, que no ayuda para “casi nada”. Si no eres conocido o tienes miles de seguidores en Intagram, las editoriales y las librerías ni voltean a verte. Si publicas mucho en redes sobre tu libro, los seguidores se aburren. Si tienes pocos comentarios en Amazon, los lectores no compran tus libros. Y promocionar un libro (sobre todo cuando eres autopublicado), darlo a conocer, venderlo, que lo lean, que lo comenten, lo recomienden, que te dejen un comentario en Amazon, enterarte si les gustó o no, saber al menos, qué fue lo que no les gustó,  se convierte en una terrible debilidad, para quien goza tanto escribir. 

Promocionar un texto en digital, en el blog, que no cuesta nada, que encuentras el recordatorio en Instagram y/o entra directo en tu whatsapp, sin gasto ni esfuerzo, a veces puede llegar a ser tan difícil, como si se tratara de un libro ¡Es todo un tema!

Por diversas razones no es nada fácil que te lean, aprecien, comenten, critiquen, compartan… Hay lectores que no leen a autores desconocidos. Están quienes no leen nada; los que leen poco; los muy selectivos en los temas o géneros; los que no leen en digital; los que no compran libros; los que los compran como un gesto con el autor, cuando lo conocen, pero no los leen o no los terminan; los que los leen, pero no aprecian la verdadera esencia. Por supuesto están los que no les gusta lo que escribes; así como también, los que leen, les encanta, pero ni les pasa por la cabeza lo importante que es para el escritor, conocer esa opinión… De pronto les fastidia escribirla, comunicarla o simplemente les falta tiempo y/o disposición... Absolutamente entendible y respetable... 

Pero si tan solo supieran lo valioso e importante que es para el fulano autor que escribió aquello, con tantísima ilusión y cariño... artículo, libro, o lo que sea que haya escrito… el simple hecho de hacerle saber que lo leyeron, que les agradó leerlo, o no, que les pareció interesante, cuánto bien les hizo, lo divertido que les resultó, qué profundo, que fresca la lectura, qué buen mensaje, qué ligero… O simplemente que no les gustó por tal o cual cosa. 

En fin, nada más lejos de pretender criticar o juzgar a quien no lee o no le gusta lo que escribo o escriben otros, lo cual es supremamente válido. Solo estoy compartiendo un sentimiento, una emoción a la que no sabía qué nombre darle, porque a decir verdad, se me mezclaron unas cuantas en el mismo saco. De hecho, no se trata solo de esperar observaciones bonitas, no, para nada. En mi caso, estoy tan abierta a conocer críticas objetivas de quienes me leen, que me gustaría mucho escuchar sugerencias de todo tipo, tema, tópico, enfoque, género, forma y hasta estilo. Es obvio que no tomaré todo al pie de la letra, pero puede ayudar a ampliar mi visión, a la hora de escribir.

Podemos tener mucha seguridad con lo que escribimos, inclusive brillar con luz propia sin depender de la opinión de otros. De hecho, eso es lo ideal, pero al fin y al cabo, somos humanos y una manito en el hombro, nunca cae mal. Siempre he sido de la idea de que no debemos hacer nada en la vida, incluyendo por supuesto, el cumplir con nuestro deber, a la espera de un reconocimiento, dependiendo de una opinión ajena o para que nos quieran, nooo para nada. Pero qué rico es, cuando en el camino, sin pensar en una recompensa, solo haciendo las cosas bien y con amor, nos ganamos el respeto y el cariño que merecemos, pero que no estábamos buscando. 

De igual manera, no puedo dejar de agradecer tantísimos comentarios sentidos, bellos, valiosos y sinceros, que he recibido por mis libros y por mis publicaciones en el blog, a través de notas escritas, de voz o como parte de una conversación, que me han animado a seguir escribiendo y me han enseñado mucho, muchísimo, porque cada interpretación, valoración, observación, nutre y enriquece. Aunque mi estilo esté definido, claro y sea como mi sellito personal, es mucho lo que puedo aprender, pulir y mejorar. Pero también he de reconocer que, si tuviera que escribir sin compartirlo, lo seguiría haciendo, porque poder escribir, siempre va a pesar más, muuucho más.

Quienes me leen saben que mis textos, por lo general, son mucho más extensos y no suelen llevar componentes de queja ni de crítica. El estilo de hoy, ha sido todo lo contrario, no muy tipo yo. No obstante, creo que una lloradita de vez en cuando, es muy lícita, en defensa propia y en la de muchos autores que comparten mi sentir. En fin, esto fue solo un ejercicio que me encantó hacer y se convirtió en una simple catarsis de escritora invisible. Pero mi estilo no ha cambiado en lo absoluto. La frase de Ana Frank: "No veo la miseria que hay sino la belleza que aún queda", sigue marcando pauta en mi escritura y en mi vida.

Si quieres curiosear mi sitio web, recién actualizado, escribe en tu navegador: Https://648a4cbc3276b.site123.me/ 

¡Hasta pronto! 

María Eugenia Álvarez Brunicardi (Mau)

@mabrelatos y @soymariaealvarezb