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DIJISTE SÍ Y LA TIERRA ESTALLÓ DE ALEGRÍA


 ¡FELIZ Y BENDECIDO SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO!

 ¡DÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN!

El pasado viernes, organicé, por primera vez, lo más parecido a un retiro espiritual, de dos horas, para "todo el personal", docente, directivo, administrativo y obrero del colegio parroquial del que coordino la pastoral.

Siempre pensé que, sin un sacerdote, esto no era posiblemp, pero tan iortante me parece que, quien forma, orienta, ayuda a moldear y de cierta forma, conduce o marca el camino en la vida de niños, dentro de un colegio católico, pueda tener momentos de desconectar con el mundo para conectar con Dios, especialmente al inicio del Adviento que, "la loca de la casa" (como llamaba Santa Teresa a la cabeza) empezó a dar vueltas, y quien me conoce, sabe que cuando se me mete algo en ella, hasta que no lo logro, ya saben lo que pasa... sobre todo cuando sé que son cosas del Espíritu Santo, que es quien las pone en mi cabeza.

Muy espiritual, formal y apegado a la liturgia, previamente consultado, pero tan "a mi manera", que no invité a un retiro,  sino a "Un rato de oración, con el Sí de María, el SÍ, que cambió el rumbo de la humanidad", al que llamé: "DIJISTE SÍ Y LA TIERRA ESTALLÓ DE ALEGRÍA", sí, como la canción, que me encanta.

Antes de entrar a la capilla, cada uno escribió en una tarjetica, tres palabras, una para dar gracias, una para pedir perdón y la última, para pedir ayuda. Las mismas que usamos con los niños en la capilla, para iniciarlos en la oración. Doblaron las tarjeticas, las colocaron en un recipiente y más tarde se quemaron en la capilla, como ofrenda a Dios.

Fue sublime verlos a todos reunidos, cuarenta adultos en la capillita, a la que yo llamaría oratorio. La misma que visito mensualmente con cada uno de los 14 salones de clase del colegio, niños desde 3 hasta 12 años. Sagrario dorado, con su lucecita a un lado; el ambón con la Biblia; el Cristo crucificado, tallado en madera oscura y pulida; y la Rosa Mística preciosa, sobre un pedestal de madera clara, adornada ese día, con un ramito de rosas blancas bellísimas y una velita encendida.

Tuvimos el inmenso regalo de que un ministro extraordinario de la Comunión, con la mejor disposición y muchísimo cariño, abriera el Sagrario y expusiera la Sagrada Forma, ahí mismo, frente a todos. Jesús quiso estar en medio de nosotros y mostrarnos su presencia real, durante ese rato de oración. ¡Inexplicablemente bello! 

Rezamos un rosario, bello y sentido, con cantos a la virgen al finalizar cada misterio, con mucha devoción y participación de todo el personal. 

Luego, la lectura del santo evangelio según San Lucas, sobre la Anunciación.  Y enseguida, la meditación, que a manera de cuento, escribí para la ocasión y que originalmente, era lo único que pensaba compartir hoy, pero bueno, me emocioné recordando lo bonito que fue y me alargué con detallitos.

Aquí la meditación:

 “Cierro los ojos y puedo experimentar, como si un gps instalado en mis sentidos me lleva por el mundo sin rumbo fijo, volando entre nubes, surcando el océano. Pero ese rumbo comienza a perfilarse, a medida que me voy dando cuenta de que he retrocedido 2024 años en el tiempo y me voy sintiendo inmersa en las arenas del desierto, entre viento, polvo y sol caliente. No sé cómo llegué aquí, pero me acerco cada vez más al destino que, al parecer, de sorpresa me esperaba… Y ya estoy entrando, nada más y nada menos que a Nazaret, a este pequeño y emblemático pueblito de Galilea donde nació y creció María. Y recorro algunas calles de tierra hasta llegar frente a su casa. Y aquí me encuentro, mirando a través de una ventana grande, que me proporciona amplia panorámica de un lugar pequeño. Estoy en primera fila, feliz, pero totalmente ignorante de que este es, el propio día, el gran día de María… el día que su SÍ, cambiaría absolutamente todo.

María, joven, bella, de unos 15 años, hija de Joaquín y de Ana, comprometida para casarse con José, entona una canción suave de alabanza, mientras sentada en una mecedora, se dispone a bordar sobre una telita prensada, cuando sobresaltada por una luz que la encandila completamente, suelta de sus manos y deja caer al piso, el rústico bastidor, el hilo y la aguja que recién comenzaba a ensartar. El reflejo que no la deja ver, que la hace entornar los ojos, es producido por un espíritu celeste enviado por Dios, el mismísimo Ángel Gabriel quien, con su inesperada presencia, comienza por decirle a María, de forma tan imperativa como reconfortante: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

¿Cómo no habría de alegrarse María si el ángel, le afirmaba, de parte de Dios, que Él estaba con ella?

Aún con el gozo inmenso que le causa tal afirmación, no deja María de ser humana, no deja de ser una mujer de carne y hueso, por lo que, sonrojada y con el corazón latiendo acelerado, le cuesta salir de su asombro.

Y prosigue el ángel, en tono suave y tranquilizador, diciendo:

«No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, le llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

Ante semejante declaración, que no deja de sorprenderla y turbada por estas palabras, que no alcanza a entender, María, con un respetuoso matiz de incredulidad, pregunta dulcemente al ángel:

«¿Y cómo será esto posible, si no conozco varón?».

A lo que el ángel le responde enseguida: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso, el que va a nacer será santo y le llamarán Hijo de Dios. Y tu prima Isabel, en su vejez, ya tiene seis meses de embarazo, ella que era considerada estéril, porque para Dios no hay nada imposible».

Y en ese preciso instante, pronunció María las palabras que nos abren las puertas del cielo: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según su palabra». María aceptó, dijo sí, temerosa, pero humilde, generosa y sencilla, porque se trataba de la voluntad de Dios y si de algo estaba segura era de que debía y quería cumplirla. Y como cualquier joven judía, de esa edad, que conocía las Escrituras, María probablemente podía recordar las palabras del profeta Isaías, cuando anunció el futuro nacimiento del Mesías, declarando que el Señor mismo, daría una señal: “He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un hijo al que pondrá por nombre Emanuel”.

Aunque en este preciso instante de dar el SÍ, ese SÍ que cambiaría el rumbo de la humanidad, María tal vez no es consciente de aquellas palabras del profeta; es posible también que, en el fondo de su corazón, soñara hace mucho, con ser la elegida para ser la madre del Mesías, del Salvador. De cualquier forma, así lo quiso Dios y así lo aceptó ella. E inmediatamente después, el mensajero de Dios, el dulce Ángel Gabriel, la dejó y se fue.

Pero a diferencia del ángel, yo sigo aquí en Nazaret, frente a la casa de María, reflexionando y tratando de procesar tanto amor, tanta generosidad, más mi mente y mi corazón, viajan hasta la Creación y en este preciso instante, pienso en las dos mujeres más importantes de la humanidad, ambas elegidas y amadas por Dios:

Eva, que desobedeció y por su error entró el pecado al mundo.

María, que obedeció y por su sí, entró la gracia y la redención al mundo.

Eva, que llevó a su compañero de vida al pecado, al punto de perder el paraíso y perder con él, la mirada pura.

María, en cambio, llevó a su compañero de vida, a vivir la gracia hasta el extremo, restaurando con ello, la mirada pura que se había perdido.

Por una entró el caos al mundo, por la otra, llegó la salvación encarnada en su vientre.

Solo nos queda darte las gracias María, por tu santo y bendito Sí, porque dijiste Sí y la tierra estalló de alegría. Dijiste sí y la salvación latió divina en tu vientre."

Cerramos ese rato con el juego del Niño Jesús, en el que leyeron su tarjetica con el mensaje de Jesús para cada uno, excepto la que queda para el final, que dice: "ME QUEDO CONTIGO", y esa persona se lleva con ella, muy feliz, al Niñito Jesús.

Todo ese rato que compartimos fue con la presencia real de JESÚS EUCARISTÍA en medio de nosotros. ¡REGALAZO INMENSO! 🙏 ¡Feliz y agradecida!

Y en misa, escuchando el evangelio y la homilía de hoy, pensaba en la meditación que escribí y agradecía más, porque más apropiado no pudo ser ese retiro, justo dos días antes de celebrarse el día de la Inmaculada. Definitivamente, todo encajaba perfecto. Papá Dios quería que fuera así y así fue.

Nos vemos pronto ¡Feliz semana!

María Eugenia Álvarez Brunicardi (Maucha).

Caracas, 8 de diciembre de 2024.



Comentarios

  1. Hermoso relato como todo lo q escribes. Ahora entiendo mejor lo q vi en la película 🤣. Te quiere, tu hermanita

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  2. Cómo siempre un relato y una actividad digna de replicar. Yo como siempre agradecida con Dios por poder tenerla cerca y apreciar todo lo que hace con amor a Dios y a la Santísima Virgen María.
    ¡Dios la bendiga!

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  3. Mau que bonita historia.
    Viajaste al pasado y esto te permitió, explicar de una forma muy didáctica, el milagro de la inmaculada concepción . Me gusto mucho.
    Mariela Brunicardi Diaz

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  4. Qué bello relato!
    En este momento acabo de terminar de ver "Camino a Belén" y leerte me encantó!
    Tantísimos años de ese Milagro, del nacimiento de Jesús y siempre en nuestros corazones, que bonito lo que compartiste con tus alumnos, Dios te bendiga Mau querida🙏🌲

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  5. Que bella reflexión , llevarlos justamente al lugar de los hechos , y situarlos justamente donde María dijo SI y con ello darnos la mano para aprender , seguirla trabajar en imitarla

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  6. Que belleza Mau, gracias y me alegra muchísimo todo lo que le estás dando a tantas almas !!! Estoy segura que la Virgencita no puede de la alegría…..tienes un ❤️de oro.

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  7. Hermoso Mau! El ES obró maravillas en ese rato de oración o retiro con los niños, adultos y en ti que fuiste su intercesora. Tienes que sentir una gran satisfacción en tu alma por tanto bien que hiciste ese rato en el corazón de los que estuvieron presentes.

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