Lo prometido es deuda… aquí vamos de nuevo…
Alicia Avilés, la dirigente vecinal, amiga de Maris Stella, promotora de toda la transformación de la que veníamos hablando en el capítulo anterior, estaba feliz, porque comenzaron a llegar a La Carpio, jóvenes de otras zonas. Las señoras que iban a llevar a sus hijos, se quedaban a esperarlos. Maris le preguntó a Alicia por qué se quedaban. Y ella le respondió que son nueve sectores de La Carpio y ese es el noveno, llamado La Cueva del Sapo, el más peligroso de todos, por lo que nadie se atrevía a poner un pie allí, pero como vieron que estaban dando clases de música gratis, comenzaron a llegar; no obstante, a las mamás les daba miedo irse y dejarlos solos, razón por la cual permanecían en el lugar, hasta que finalizara la clase.
Dijo entonces Maris: “Pero no podemos dejar a estas señoras sin hacer nada, mirando el ciprés, tenemos que ponerlas a aprender algo.” Una señora que escuchó, le dijo que ella podía enseñarles a coser y que si quería le llevaba su título de costurera de Nicaragua. A lo que Maris respondió, sonreída y confiada, que no se preocupara, que si podía enseñarles a coser, adelante. Y la señora dijo que sería con hilo y aguja, porque máquinas no tenían. Poco a poco, empezaron a hacer y a crear cosas, costuras, conservas, de todo. Y ahí nace el primer emprendimiento social productivo, que se llama “Entre costuras”, que son bolsos, cartucheras, cosmetiqueras, monederos y hasta estuches para laptop, muy bien hechos, con acabados perfectos, que venden en ferias.
Comenzó a llegar mucha gente de fuera y les enseñaban costura a unas, música a otras. Abrieron las matrículas para la orquesta y llegaron 120 chiquillos. Maris, como buena comunicadora, empezó a pedir donaciones… y los instrumentos usados, comenzaron a llegar…, ¡ahora tienen de todo!
Un día, llegó una señora de 70 años que quería matricularse para aprender violín, pero le dijeron que no quedaban instrumentos. Pues la susodicha se fue a quejar con Maris, quien habla con Arianna, -otra sobrina que había reclutado de voluntaria-, y ella le dice que a las personas mayores les cuesta mucho más aprender música que a un niño. Trata entonces Maris de explicárselo a la señora, pero esta le dice: “¿Me va decir usted a mí que, a mis 70 años, ahora que tengo la posibilidad y habiendo querido tocar siempre un instrumento, no voy a poder porque no tengo juventud?”. ¡Oh oh! Decidió entonces Maris, hablar con uno de los niños y decirle que este semestre no estudiaría violín, sino flauta. Y así fue, la señora tocó violín durante seis meses, no más, pero tuvo la oportunidad de hacerlo, de cumplir un sueño.
Y con todo esto, empezó a abrirse la mente de la gente de la comunidad a la idea de que ellos sí podían, sí tenían dignidad para tocar en una orquesta. Y comenzaron a llegar más niños y personas de 30, de 40, de 60, en fin…como dice Maris, un reguero de gente.
Jhonny Armenta, el que había apoyado al principio con la orquesta, no pudo continuar. Maris tuvo que buscar otro director, pero al tercer año, este le dijo que no podía seguir. Maris le pidió que no la dejara sola, porque ella no sabía dirigir una orquesta. Pero este le dijo que no se preocupara, que él entrenaría a otros muchachos entre los voluntarios. Pues resulta que, a un joven de otra comunidad vulnerable que había empezado a enseñar viola, él lo entrenó para dirigir orquestas. Y este muchacho, le dijo un día: “Doña Maris, yo pensé que mi comunidad era fuerte, pero esta es heavy, heavy.” Al final le fue tan bien, que empezó a dirigir a los muchachos y los puso a rajatabla. Se enamoró de la dirección de orquesta. Al pasar los años, fue creciendo tanto como director de orquesta, que en menos de cinco años, fue ganando concursos y logró ir a Inglaterra, y luego a Alemania, donde llegó a dirigir la Sinfonieta de Berlín.
Tres años después de haber iniciado la orquesta, tocaron en el Teatro Nacional, el más importante del país. No solo era primera vez que tocaban, ¡era la primera vez que pisaban un teatro!
Maris me cuenta que todo esto se logra, porque se genera una energía de buena voluntad tan potente, que se transforman las comunidades. El equipo se preguntaba ¿por qué la gente se enamora de esto?, ¿qué han hecho de bueno para lograr el cambio? Y descubren cuatro actitudes cardinales en todo el proceso: constancia, confianza, locura y ternura.
Confianza… Había que confiar en el otro. Alicia confió en Maris, porque creyó que podía salir adelante con este proyecto. Maris confió en Alicia, porque es quien la protege en la comunidad. Por otra parte, es una señora sencilla, que le da un ejemplo a Maris; que le hace sentir que no puede quedarse quieta en su casa, mientras Alicia hace tanto por la comunidad.
Que los niños se llevaran los instrumentos a su casa para que practicaran, era un acto de confianza. Recuerda la primera vez que le dijo a un niño de 10 años: “Mira Miguel, te llevas la guitarra y me la traes la semana que viene”. Y el niño sorprendido, impactado, le dijo: “¿Me la puedo llevar a mi casa? ¿Usted me la presta? ¿Pero usted sabe que soy de La Carpio? Eso generó, no solo asombro en ese niño, sino en las familias que sabían que le habían prestado el instrumento al niño. Fue una escalada de transformación social en la comunidad. Al día de hoy, ninguno de los instrumentos que se ha prestado, se ha perdido.
Comenzaron a crecer y a crecer y a prepararse para ese concierto en el Teatro Nacional. Empezaron a unirse los cantantes y grupos de rock más famosos del país. Y llegaban a La Carpio a ensayar y los muchachos emocionadísimos de que cantantes como Luis Montalbert, fueran a ensayar con ellos. Y este, se derretía… se enamoró de los chicos. Prepararon un repertorio espectacular e invitó a todos sus amigos de las mejores bandas de rock de Costa Rica y se presentaron en el espectáculo Rock Sinfónico en el Teatro Nacional. Por primera vez, se escuchaba rock en el Teatro Nacional, donde las presentaciones siempre han sido de música clásica o de obras de teatro. Se les abrieron las puertas a los muchachos de La Carpio, y los integrantes de las bandas, estaban felices de tocar rock con ellos en el Teatro Nacional.
Me explica Maris que, el SIFAIS (Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social) tiene como descriptor, la inclusión social “multivía”, ya que su audiencia no son solo personas de barrios marginales o vulnerables; también personas en situación de oportunidad a las que se les lleva o se les facilita encontrarse con estas personas y aprender otras cosas que la Universidad o la formación académica no les da. Y lo primero que aprenden es que “se puede ser feliz con casi nada.”
Maris me cuenta que, en estos 11 años, ha visto de todo, las experiencias son innumerables, pero darse cuenta de que los voluntarios o colaboradores perciben y reconocen que los muchachos de La Carpio son inteligentes, fue una de las cosas que más les sorprendió: no se había dado cuenta de que muchos jóvenes acaudalados pensaban que, por el solo hecho de vivir donde viven, aquellas personas dejaban de tener aptitudes, capacidades, dones, talentos; ella estaba agradecida con la vida de poder mostrarles que son tan talentosos y diestros como cualquiera, solo que a los muchachos de La Carpio, les tocó vivir allí. Y todo esto los lleva a pensar que les habría podido tocar a ellos, y los impulsa a querer trabajar y dedicarse con mas corazón por los vulnerables.
Los voluntarios dedican al proyecto, tres horas de trabajo semanales. Al principio les parecía mucho, pero Maris les hizo comprender que, si se levantan 10 minutos antes cada día, son 70 minutos a la semana; si se arreglan, se bañan, se afeitan 10 minutos más rápido, son 70 minutos más; y si dejan de ver un programa en Netflix a la semana, ahí están las tres horas. El tiempo es muy valioso y Maris les recuerda que son millonarios en tiempo, que tienen de sobra, pero lo importante es saberlo administrar y ponerlo al servicio de los demás… ¿Cuántas personas están deseosas de tener un día más de vida?
En Sifais, cada voluntario es el capitán de su proyecto. Lo que quieran enseñar, bien sea dibujar, hacer macramé, lo que sea… de la iniciativa que tengan, deben ser los responsables, tanto del material como del contenido y de la técnica.
Cada vez, fue llegando más gente, al punto de que ya no cabían. Comenzaron entonces a pensar en hacer un segundo piso, pero el problema es que están ubicados en un precario, que es una tierra no titulada o en posesión. Cuando escucharon esto, los que eran poseedores del terreno, que era una asociación evangélica, casi les da un ataque, porque resulta que, por ley, el que hace una mejora en un terreno en posesión, se convierte en el nuevo poseedor del terreno; era como que si les quitaban el terreno. Y llamaron entonces a los directores de la asociación Excelencia Familiar, una asociación de Texas, y llegó la junta directiva a ver qué era lo que hacían y les dijeron que estaban haciendo locuras… Aquí Maris se sonríe y me dice: “pero locuras de las que nos gustan”. Y agregaron los de la asociación: “Bueno, déjeme ver qué podemos hacer”. Se fueron a Texas y volvieron a los 15 días, y dirigiéndose a Maris, le dijeron: “Aquí tiene las llaves del espacio, es suyo, siempre y cuando, siga dedicándose a hacer las cosas que está haciendo.” Esto ocurrió un 30 de noviembre, día de inicio de la Novena de la Inmaculada Concepción. ¡Ya tenían un terreno!… A Maris no le cabe duda de que fue una manifestación y un regalo inmenso que le hizo la Virgen.
A los ocho días hicieron el primer concierto en el único templo católico que existe en la Comunidad, el de la Inmaculada. Hay 70 templos evangélicos y un solo Sagrario. Maris le preguntó un día a Alicia “¿Por qué me pediste a mí que te ayudara con todo esto?” Y Alicia le respondió: “Doña Maris, yo estaba en el sagrario, pidiéndole al Señor que me ayudara a saber cómo podía hacer una orquesta sinfónica y en ese momento, llegó usted.” Y Maris, muy emocionada, le dijo a Alicia: “nuestra meta será sembrar un segundo sagrario en la comunidad”. Aún no lo han logrado, pero ya están en conversaciones, muy avanzadas con la Iglesia… Confianza en el otro, confianza en sí mismo, confianza en Dios.
Y continuando con las cuatro actitudes cardinales de las que nos habla Maris, vamos con la constancia, que no es más que la perseverancia de hacer las cosas, sin desfallecer. Siempre han pedido a los voluntarios que, aunque lleguen solo tres alumnos, no se desanimen ni falten; por el contrario, que sean cumplidos siempre; y a los estudiantes, que sean perseverantes en asistir, estudiar y aprender las partituras.
La locura… es pensar en cosas grandes como Alicia, soñar en grande. Alicia es la que los contagia, una mujer de comunidad, migrante nicaragüense… Si Alicia pensó en una orquesta en su comunidad, ellos pueden pensar en equipos de fútbol y en mucho más. Al principio, pensaron en hacer un edificio, ahora tienen el edificio de madera más grande de Centroamérica, de cuatro pisos, con estructura solo de madera. Pensaron que Dios iba a ayudarlos y sacaron el edificio adelante. Actualmente llegan 1.400 personas por semana a aprender inglés, matemáticas, tecnología, juguetería, cocina, panadería, manejo de máquinas laser, manejo de plotters, diseño y ensamblaje de muebles, costura de toallas femeninas reutilizables, costura de bolsos, bisutería, estilismo y mucho más… Es la locura de Dios, la locura divina, que quiere aceptar esos cinco panes y dos peces que ellos ponen y los multiplica. No saben cómo ni de dónde sale tanto, solo saben que está la mano de Dios en ello.
La Ternura… que es ponerse en los zapatos de esa persona, alegrarse con el logro de esa persona, saberse el nombre de esa persona, saber cuándos hermanos o hijos tiene, con quién vive, dónde vive. Les ha tocado ver que treinta y tres personas viven en cuatro cuartos.
Hablan de evangelio viviente, porque los voluntarios no tienen que tener fe ni confesión religiosa; es bien recibido todo el mundo, sin importar país de procedencia; no importa de dónde vengan, ni la edad que tengan, tienen personas desde 2 hasta 70 años; no importa el nivel de escolaridad, les han llegado voluntarios con doctorados de Cambridge, de Oxford, de Yale, pero también personas que no saben leer. Un día llegó una señora mayor que preguntó qué cursos tenían; Maris le ofrece los que tienen y al final la señora le dice, “¿pero no tendrán clases de aprender a leer?”, a lo que Maris sin pensar, le responde: “¡claro que sí!” y se dirige inmediatamente a uno de los voluntarios, diciendo: “¿verdad fulanito que vos le vas a enseñar a leer a esta señora?”. Por eso es que el Sifais es muy orgánico, muy espontáneo, la gente asume la responsabilidad de lo que sabe y quiere enseñar, se trata de ir dándole confianza a la gente para que produzca, para que crezca.
Hace dos años que se dieron cuenta de que ya no caben en el edificio y empezaron a pensar en uno nuevo. Quieren hacer una torre de cinco pisos, pero sabían que no era posible, hasta no contar con el dinero. Finalmente, hicieron el diseño del nuevo edificio y hace unas pocas semanas, les informaron, sobre la posibilidad de que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tenga el dinero para invertir en ello, son casi dos millones de dólares, pero para que esto se diera, primero debía decir sí el Ministerio de Hacienda y debía decir sí el Ministerio de Justicia. Como el Sifais está ubicado en un terreno público, que no es de ellos, sino que está en comodato, le propusieron entonces al BID, que ellos prestarían el espacio, pero que no lo administre el estado, sino el Sifais.
Y así se fue dando… El edificio se llamará Torre Klabë San José para la productividad y la empleabilidad, donde se enseñarán todos estos oficios, pero de manera más formal y profesional (Klabë es el vocablo para decir todos y todas en lengua indígena)
Maris está plena y maravillosamente convencida de la intervención divina en todo lo que pasa, siente la mano de Dios en cada paso que dan en el proyecto y en la forma cómo van avanzando.
El proyecto admite personas de todas las nacionalidades, todos los credos, edades y preferencia sexual porque todos son hermanos queridos, siempre y cuando quieran ayudar a los demás. Tampoco importa el pasado de las personas; tienen profesores y estudiantes que estuvieron en la cárcel o que, en vez de ir a la cárcel, cumplen trabajo social en Sifais, enviados por el Ministerio de Justicia. La única condición para entrar, es que la persona quiera mejorar, respete a los demás y respete lo ajeno, nada más. Con eso han construido una sólida estructura y protección para el proyecto. Ese lugar ha ido creciendo gracias a la confianza, a la constancia, a la locura y a la ternura, actitudes cardinales que tanto los voluntarios, como los vecinos, que son las audiencias clave del proyecto, deben tener.
Afirma Maris Stella, que si enseñan a los voluntarios o personas que han tenido más oportunidades en la vida, que tienen la obligación de atender a quienes tienen menos oportunidades, ya salen ganando. Y les dice: “Señores, para poder criticar al funcionario público, porque no hace bien su trabajo, antes deberían tener esas tres horas semanales de servicio comunitario; no es posible que porque yo pago impuesto, me desentiendo, porque el problema no es del gobierno, no es de las instituciones. Si usted tiene tantas oportunidades y no las comparte, es como robárselas. Dios te dio las capacidades y las oportunidades para que las administres en favor de los demás”. Y ese mensaje ha calado mucho en los chicos, en los jóvenes y se han ido llenando de gente linda.
Que lindo oír a Maris decir que el proyecto tiene el ADN de su marido, porque de no ser porque él no es creyente, tal vez en un principio, ella le hubiera dado un enfoque muchísimo más religioso y espiritual. Y ha aprendido que no solo es mejor para la sociedad, sino que resuena el mensaje del Papa Francisco: “Id a las periferias existenciales”. Si solo nos reunimos con el que se parece a mí, con el que piensa igual a mí, ¿cómo vamos a transmitir el principio del amor? Por eso, el eslogan del Sifais es: “Servir y aprender para ser felices”.
El Sifais se mantiene por el trabajo de los voluntarios, coordinado por una columna vertebral, la cual denominan el grupo de operaciones, que son personas que han regalado pedacitos de su tiempo, pero si les piden algo de estabilidad, deben darles alguna remuneración; y a través de donaciones de particulares, van remunerando al que hace de guarda en la noche, al que atiende a los niños, etc.
Las donaciones son de particulares, el estado no ha intervenido para nada, solo hasta hace poco, cuando se ha empezado a dar cuenta de que ahí hay un foco interesantísimo y quiere poner proyectos. Por ejemplo, hicieron un convenio con el Ministerio de Educación Pública, donde ellos ponen los profesores para dar clases a personas mayores de 15 años que no han terminado la primaria, la secundaria o el bachillerato y el Sifais pone el espacio y la convocatoria, facilitándole a las personas que terminen sus estudios.
El Ministerio de Seguridad Pública les pidió si podían usar el edificio para empezar a tener una relación con los vecinos, para hacer las rondas de patrullaje, porque les daba miedo; les cedieron entonces el espacio para que llegaran los policías y se integraran con la comunidad, se conocieran y se dieran las rondas de patrullaje. Como había más seguridad, comenzaron a llegar los carros de leche, de helados, de pan, de todo… y comenzó a florecer el comercio. Ha habido un cambio fantástico en la comunidad.
El Ministerio del Trabajo tiene un subsidio económico temporal para las personas que viven en situación de pobreza y extrema pobreza, pero no se los pueden dar, si no están haciendo nada. Le pidieron entonces al Sifais que recibieran a estas personas en todos los emprendimientos que tienen, para depositarles el subsidio. Llegaron a un acuerdo con las señoras en situación de pobreza extrema de la Comunidad (60 señoras), y es que para poder notificar al gobierno que están cumpliendo con el trabajo, el Sifais necesita tener unas personas que les enseñen y las supervisen; de tal manera, un porcentaje del subsidio, lo dan al Sifais, para poder contratar a esas personas que les enseñan.
Todo esto ha sido fruto de la iniciativa ciudadana. Pero se justifican las alianzas público-privada, donde sector público y sector privado se complementen, uno aportando todo el rigor y la estructura, y el otro, la flexibilidad y la creatividad. Solo así, se puede lograr lo mejor de dos mundos.
Se trata de promover la iniciativa, la creatividad, el servicio, ese evangelio viviente del que hablamos antes, donde la gente se da cuenta de que hay amor, de que existe Dios, sin necesidad de anunciar: “arrepentíos y creed en el evangelio porque sois pecadores”. Es a través de servir, servir y servir.
Con cariño recuerda Maris, que la mayor parte de lo que está haciendo, nace del ejemplo de su mamá, Maristella Brenes Camacho, que siempre andaba facilitando espacios para integrar a las personas, para que hubiera grupos de canto, de baile, de política, de oración, de primos, de lo que fuera, y eso le caló hondo en su forma de ser.
Y si no es porque su mamá era así, y porque su marido tiene otra forma de pensar, nunca hubieran tenido esa apertura en el proyecto, para todo el mundo, para que las personas que no saben encontrar a Dios en las oraciones o en la Iglesia, lo encuentren, directamente en los necesitados, porque al recordar palabras del Papa Francisco, me dice: “A Jesús lo encontramos de cuatro formas: en el Sagrario, en el alma en gracia, en el evangelio y ¡en los pobres, en los más pequeños!; pero muchos son los que no lo encuentran en los tres primeros sitios. ¡Ahora, al llevar a muchos a estas comunidades vulnerables ¡lo van a encontrar! Que si el corazón está embotado de muchas imágenes de redes, de mucho materialismo, de muchas ideas en la cabeza que ensordecen lo trascendente… ¡que encuentren a Dios en la relación con los pobres!… En los pobres, en la gente sencilla, en los desposeídos se encuentra su Voz y el corazón comienza a abrirse más y a ser susceptible de recibir el mensaje que viene de Arriba, de trascendencia, el mensaje de servir, que es lo único que nos hace ser felices”.
Solo me queda agradecer infinitamente a Maris Stella por su hermoso testimonio de vida y por ese maravilloso y extraordinario proyecto, que como mencioné al inicio del primer Capítulo, ambos están basados en el poder del amor. Le pido a Papá Dios y a la Virgen, que esa vorágine de buena voluntad, nacida en La Carpio, se multiplique, corra, crezca y se propague por el mundo entero.
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Maucha.
Santander, 21 de mayo de 2022
Fabuloso e inspirador relato! Gracias Maucha por transmitir tan bello testimonio y por enseñarnos qué vinimos a transcender ayudando a los demás a crecer.
ResponderBorrarHermosa forma de vivir el evangelio
ResponderBorrarMuchas gracias por compartirnos relatos tan especiales e inspiradores Luz Pino
ResponderBorrarQue ejemplo tan hermoso y valiente..Me encantó. Gracia a Dios por gente tan especial
ResponderBorrarBella experiencia que demuestra que el amor y la perseverancia dan buenos frutos , gracias a Dios que existen personas de gran sensibilidad que dedican tiempo a los más necesitados y que se crecen ante las dificultades, al igual que tú Mau que dedicas tiempo para difundir historias de gran contenido humano , que nos alienta a trabajar por el prójimo y son testimonio fiel de la existencia de Dios en cada una de nuestras acciones.
ResponderBorrarFelicitaciones,agradecida contigo por hacernos llegar relatos tan significativos🙏🥰❤️
Espectacular!!!!! Recemos porque esa vorágine de buena voluntad se extienda al mundo entero!!!! 🙏🏽🥰 graciasssss por compartir!!!!
ResponderBorrarMeravilloso relato Mau! Me encantó, gran enseñanza✍️💥🎉💕😘
ResponderBorrarMaravilloso e inspirador relato, querida amiga. Tu pluma nos lleva a descubrir la presencia de Dios en cada esquina.
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