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EL SÓTANO

¡FELIZ Y BENDECIDO DOMINGO DE RAMOS!

¡MARAVILLOSO INICIO DE LA SEMANA SANTA!

¡Bienvenidos a mi relato N° 34!

Mi publicación de hoy no ha sido al amanecer, como acostumbro, porque tenía la idea en mente, de cerrarla con algún detalle significativo de la misa de 12:00 en San Tomás Apóstol, mi parroquia. Y así ocurrió.

Hoy, Domingo de Ramos, la Iglesia católica, al igual que otras iglesias cristianas, celebra el inicio de la Semana Santa o Semana Mayor. Este día nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo aclamaba como el Mesías. Seguimos en Cuaresma, preparando nuestro corazón para acompañar a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección. Tiempo de oración, penitencia, reflexión y conversión.

El Tercer Mandamiento de la Iglesia, nos pide “Comulgar en Pascua de Resurrección”. Para cumplir con ello, hemos de estar en gracia de Dios, es decir, cumplir con el Segundo Mandamiento de la Iglesia, “Confesar los pecados mortales, al menos una vez al año, en peligro de muerte y si se ha de comulgar”.

Además de ser denominado sacramento de conversión, de penitencia, de perdón, de reconciliación, la Confesión es fuente de sanación, de misericordia de Dios y generador de una inmensa e indescriptible paz. 

En catequesis de Primera Comunión, solía decir a las niñitas, nerviosas por su primera Confesión, lo maravilloso que era confesarse, porque llegaban a hablar con el padre, con un saquito de piedras en la espalda y salían con una bolsita de algodón. Ya veo clarito a quienes dirán: ¡que cuchi Mau! o ¡que cursi Mau!  Pero quienes me conocen, ya saben... esa es Mau... Así que, pregúntenme... 😂

Escribiendo este relato, me impuse la difícil tarea, de describir muy breve este sacramento, pero con un lenguaje humano, terrenal, comprensible a cualquier mortal, más no con mis palabras, sino desde la doctrina. Pensé que sería casi imposible, pero resulta que encontré en el Catecismo de la Iglesia Católica, un texto que no recordaba y quiero compartir con ustedes. Es el N° 1.455 del Catecismo y dice así:

“La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpables; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro”. 

Y para los que dicen que no se confiesan con curas, con todo respeto y cariño, les dejo mi humilde consideración al respecto:

El sacerdote, independientemente de lo pecador que, como cualquier humano pueda ser, actúa en nombre de Cristo, nos otorga la absolución, pero en nombre de Cristo, que es quien perdona nuestros pecados y quien instituyó el sacramento, bajo esa figura.  Por las dudas, contamos con el sigilo sacramental. Y a propósito de éste, quiero contarles una anécdota, tomada de Papá Dios en el corazón de los niños, que no es cuento, fue algo que me ocurrió a mí, realmente:

EL SÓTANO

«Un día, hablaba a un grupo de niñas que se preparaban para hacer la primera Comunión, sobre el Sacramento de la Confesión y les explicaba lo que es el sigilo sacramental (secreto de confesión que debe guardar el sacerdote, no decir absolutamente nada de lo escuchado en confesión). 

Una alumna preguntó:

Y… ¿qué pasa si lo dice?

Le respondí que no pensara en eso, que no tendría por qué pasar, pero de ser así, ofendía mucho a Papá Dios y cometía un pecado muy grave.

Sin embargo, ella insistió:

Pero… ¿qué pasa si lo dice?

Y otra niña respondió…

¿Qué crees que le pasa? ¡Que se va para el sótano!

Si tuviéramos más clara esa posibilidad, creo que todos seríamos mejores personas. Sin fanatismos, sin escrúpulos y confiando en la misericordia de Papá Dios, pero… conscientes de que quien obra mal… se va al sótano».

En fin, ahí les dejo eso a modo de reflexión… Y paso a contarles, brevemente, sobre la misa de hoy.

Un domingo de Ramos más, que no se festejó como “uno más”, por el contrario, se vivió con tanto fervor y alegría, emulando lo que debió ser el original, que logró transportar a los fieles en el tiempo, hasta el lugar de los hechos... ¡Domingo de Ramos para alabar a Jesús, para proclamar la esperanza y la paz, en el mundo, en las familias, en los corazones! Inicio de la Semana Santa, para acompañar al Señor en su Pasión y Muerte... y prepararnos para celebrar la fiesta grande, el centro y razón de nuestra fe: SU RESURRECCIÓN.

Ya a las 11:40 am, el templo estaba a reventar de gente, una cantidad enorme de personas tuvo que quedarse fuera. Alegre y emotiva entrada del párroco, ornamentado con su casulla roja, color propio de la fiesta a celebrar, precedido por el diácono y sus monaguillos, quienes caminaron por el pasillo central, mientras la feligresía, con la mirada fija en el paso de la comitiva, agitaba sus palmas, cantando. Fue fácil revivir el momento y sumergirse en la entrada de Jesús en Jerusalén, humildemente montado en su burrito, dejando ver con ello, que su mesianismo no seguiría esquemas de poder ni de gloria, avanzando frente a una multitud que, batiendo ramas de olivo, lo aclamaba gritando:
“Bendito el que viene en nombre del Señor, Hosanna en las alturas”.

Ritos iniciales de la misa, seguidos por la Liturgia de la Palabra. La homilía del padre Porras, magistral. Luego de narrar maravillosamente, la entrada de Jesús a la ciudad santa de Jerusalén, cerró con dos puntos de catequesis formativa. Afirmó que los latinos somos muy apegados a los símbolos, razón por la que consideró oportuno, aclarar algunas dudas manifestadas por los fieles... la primera, ¿qué hacer con las palmas benditas secas de años anteriores y con los objetos sagrados rotos o deteriorados? Respondiendo a ello, acotó que deben ser enterrados o incinerados, igual que se hace con el cuerpo de los difuntos, de quienes el alma ya ha partido. Y la segunda, fue referida a las misas de sanación, enfatizando sabiamente, que todas las misas son de sanación, del cuerpo, la mente o el alma, pero que la presencia de Jesucristo en la Eucaristía es la que sana, no una misa denominada de sanación... ni siquiera el médico, quien puede ayudar tanto al paciente con su ciencia, es quien sana... es Jesús el que sana.

¡Relato concentrado, con lo justo! ¡Feliz tarde-noche, santa y bendecida semana!

💗💙💚💛💜💝💗💙💚💛💜

No olvides pensar, oír, contar lo bueno y hacer que la gratitud pase al siguiente nivel, porque las cosas cambian para bien, cuando la gratitud es mayor que la queja, lo certifico.

Por favor, ESCRIBE TU NOMBRE en el comentario, si no quieres que aparezca anónimo. Me encantaría conocer al remitente.

Nos vemos en quince días, Dios mediante.

María Eugenia Álvarez Brunicardi.

 

Caracas, 2 de abril de 2023

Comentarios

  1. Mi Mau querida!! Que hermosisimo tu relato!! Me emocioné inmensamente con la veracidad de tus palabras!! Simplemente lo sientes, lo piensas y lo escribes!! Te quiero y te admiro mucho!!!

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  2. Hola 👋🏾 Maucha. Gracias ☺️ por enviarme tu mabrelatos es muy conmovedor el encuentro de Jesús de ése Domingo. Guau son muchas cosas que hago cuando me confieso y no sabía su definición.
    Soy Cecilia Guevara de la Peluquería.

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  3. Me encantan tus relatos Mau, además cuentas con las ocurrencias de los niños que son increibles, lo del sótano fue genial. El padre Carlos es un orador excepcional, guiado por el Espíritu Santo en cada palabra.
    Betsy

    ResponderBorrar
  4. Vía whatsapp: "Precioso relato Mau!
    Que bella eres! Tienes tanto que dar que impresiona. Cada relato es un aprendizaje
    Feliz y Santa Semana" 🙏🙏

    ResponderBorrar
  5. Qué hermoso relato Mau eres realmente especial con tus comentarios son tan lindos , claros y tan tuyos; me encantó lo del sótano
    Pasa una feliz Pascua de Resurrección
    María Isabel

    ResponderBorrar
  6. Muy agradable tus relatos. En hora buena. Saludos y bendiciones. Gastón BM

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