¡Feliz 1° de mayo, primer día del mes de la Virgen!
¡Feliz día del trabajador!
En 1844 una joven francesa, Paulina
Perdreau, más tarde religiosa del Sagrado Corazón, manifestaba a la Reverenda
Madre, Superiora del Monasterio de la Trinidad del Monte en Roma, el deseo de
“hacer venir a la Santísima Virgen” pintando su imagen en uno de los muros del
claustro. La Reverenda dudó porque la joven no conocía el arte de la pintura al
fresco. Pero al final le concedió el permiso. La joven no cesó de invocar la
asistencia de la Virgen. El resultado fue la pintura que admiramos hoy, que se
llamó “la Madona del lirio” (el lirio es signo de pureza también relacionado
con san José), hasta que el 20 de octubre de 1846, día en que el Papa Pio IX,
al visitar el monasterio y ver la imagen exclamó: “Verdaderamente es Mater Admirabilis” título que ostenta
desde entonces.
María Santísima invocada en las
letanías del rosario, con ese título de Madre
Admirable, por sus privilegios y virtudes, que eran todas, sin excepción,
no dejó nunca de ser una mamá humana, que vivía, disfrutaba, sufría y padecía, en carne propia, cada alegría, tristeza o dolor de su hijo; y que
sentía y experimentaba cada acontecimiento que tuviera relación con Él.
En el evangelio de San Lucas, capítulo
2, versículos 41 y siguientes encontramos:
«María y
José iban cada año a Jerusalén a la fiesta de pascua. Cuando Jesús cumplió doce
años, subieron a celebrar la fiesta como era costumbre. Terminada la fiesta,
cuando regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin saberlo sus padres.
Estos creían que iba en la caravana, y al terminar la primera jornada lo
buscaron entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, regresaron a
Jerusalén en su busca.
Al cabo de
tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los doctores, no
solo escuchándolos sino también haciéndoles preguntas. Todos los que le oían
estaban sorprendidos de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, se
quedaron asombrados, y su madre le dijo:
-Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos
estado buscando angustiados.
Él les contestó:
-¿Por qué
me buscaban? ¿No saben que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?
Pero ellos
no comprendieron lo que les decía. Bajó con ellos a Nazaret, donde vivió
obedeciéndolos. Su madre conservaba cuidadosamente todos estos recuerdos en su
corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios
y ante los hombres».
El texto de arriba, en negrita,
representa el tercer momento, de los cuatro que mencioné en el capítulo anterior, en el que encontramos en las Sagradas
Escrituras, palabras pronunciada por la Santísima Virgen.
No puedo imaginar la angustia que sería
para aquellos padres perder a su muchachito de 12 años, buscarlo
desesperadamente y no encontrarlo sino tres días después. Y cuando pienso en la
dulzura con la que le debe haber reclamado María a Jesús, experimento sentimientos
de profunda ternura, como la que envuelve todo lo que tiene que ver con ella, suavidad,
paciencia, coherencia y serenidad, para formular aquella natural y justificada
pregunta, que no llegaba a ser queja… Y se me mezclan con sentimientos humanos típicos
de mamá latina, débil, frágil y pecadora, que le hubiera dicho: “¿En
serio, Jesús? ¿De verdad?”. “Y tú tan tranquilo, conversando”. “¡Mira
muchachito! ¿tú te volviste loco? ¿cómo se te ocurre desaparecerte así?”.
Haciendo referencia a esto, recordé que,
en mi libro, “Casita del Pan”, al capítulo de Jesús perdido y hallado en el
templo, lo llamé: “Y el muchachito se nos perdió”, imaginando justamente, ese
sentimiento humano de desesperación, propio de cualquier mamá.
Y la verdad es que me reí sola cuando
pensaba en la reacción de mamá latina, pero enseguida me invadió la certeza
absoluta, de que el corazón de una madre, por encima de la perfección
espiritual, la inteligencia emocional o el autocontrol, siempre será el corazón
de una madre. Por eso, de la Santísima Virgen, hemos de imitar, no el
sentimiento, que ya por naturaleza todas lo experimentamos, sino la forma de
gestionarlo, en virtud, en santidad, en abandono a la voluntad de Dios, en fe, evitando
la negación que nos somete y procurando la aceptación que nos transforma.
Y el último momento en el que casi puedo escuchar la voz de María,
hablando en el Evangelio, es en mi pasaje favorito: Las Bodas de Caná.
En el Evangelio de San Juan, capítulo
2, versículo 1 y siguientes, encontramos:
«Tres días después hubo una boda en
Caná de Galilea. La madre de Jesús estaba invitada. También lo estaban Jesús y
sus discípulos. Se les acabó el vino, y entonces la madre de Jesús le dijo:
-No les queda vino.
Jesús le respondió:
-Mujer, no intervengas en mi vida; mi
hora aún no ha llegado.
La Madre de Jesús dijo entonces a los
que estaban sirviendo:
-Hagan lo que Él les diga.
Había allí seis
cántaros de piedra, de los que utilizaban los judíos para sus ritos de
purificación, de unos ochenta o cien litros cada uno. Jesús dijo a los que le
servían:
-Llenen los
cántaros de agua.
Y los llenaron
hasta arriba: Una vez llenos, Jesús les dijo:
-Saquen ahora un
poco y llévenselo al encargado de la fiesta.
Ellos cumplieron
sus órdenes.
Cuando el
encargado probó el vino nuevo sin saber de dónde venía (solo lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua), llamó al novio y le dijo:
-Todo el mundo
sirve primero el vino de mejor calidad, y cuando los invitados ya han bebido
bastante, saca el más corriente. Tú, en cambio, has reservado el de mejor
calidad hasta ahora.
Esto sucedió en
Caná de Galilea. Fue el primer signo realizado por Jesús. Así manifestó su
gloria y sus discípulos creyeron en Él».
Amo este pasaje,
porque representa el primer milagro de Jesús, milagro anticipado a su momento, solo
atendiendo a la solicitud de su Madre, aunque a juzgar por su respuesta, no estaba
muy de acuerdo. Y tampoco fue una solicitud formal, solo le informó que el
vino se había acabado. En criollo, fue una manera sutil de decirle:
“Para que sepas,
Jesús, el vino se les terminó, ve a ver qué haces. Tú puedes”.
María confía ciegamente en que Jesús habrá de complacerla, porque hará el bien y podrá mostrar su gloria y su poder, por vez primera, en una acción simple pero importante para aquella familia tan querida. Y Jesús, no muy convencido, por no haber llegado aún su hora, la complace con amor y obediencia, realizando su primer signo milagroso antes de tiempo. Una complicidad hermosa entre Madre e Hijo que creo firmemente sigue existiendo y es a la que debemos aferrarnos… Lo que le pidamos a ella, si es la voluntad de Dios y es para nuestro bien, nos será concedido.
Y si cambiamos la visión fea y temerosa, que algunos tienen del momento de partir de este mundo, por el deseo, la esperanza y hasta el anhelo de ser recibidos por ella, con un abrazo amoroso y una cartica de recomendación (la mejor chapa a la que podemos aspirar) para su Hijo amado; estoy segura de que la ansiedad y la angustia se debilitarán, al mismo tiempo que comenzarán a inundarnos la serenidad y la paz. Pero ese abrazo y esa cartica, hay que “currarlos”, como dicen los españoles, en vida, no en el momento de la partida.
Es hermoso ver como en los dos pasajes que describo hoy, en los que Jesús, a su manera, se revela... por su Madre, siempre hace lo que ésta le pide. En el primer momento, perdiéndose y respondiendo que tenía que ocuparse de las cosas de su Padre, termina regresando con ellos y siendo un niño obediente. Y en el segundo, me imagino que muy serio, casi enojado, llamando a María, Mujer, en vez de Madre y dudando un poco de lo que ésta le pedía, finalmente la complace en su petición.
SOLO CUATRO MOMENTOS…
Dos
preguntas y dos afirmaciones:
·
¿Cómo
puede ser eso si soy virgen?
· Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu
padre y yo te hemos estado buscando angustiados.
· No les queda vino.
Una hermosa proclama: El Magníficat.
·
Hágase en mí, según tu palabra.
·
Hagan lo que Él les diga.
Cuatro
momentos de frases rendidoras, ejemplos de sabiduría y prudencia, de decir solo
lo que hay que decir; de que “menos, es más”, de que se puede hacer mucho con muy
poco y de extraer lo mejor de lo que hay. De mantenerse bajo perfil, aunque se
tenga un perfil muy alto.
Si te gustó, me encantará que lo
comentes y lo compartas con quien creas puede disfrutarlo y/o necesitarlo. Si
tu comentario aparece anónimo, por favor deja tu nombre al final.
María
Eugenia Álvarez Brunicardi (Maucha).
@mabrelatos
Caracas, 1 de mayo de 2024
PPD
Amiga mía! Bellísimo relato donde se pueden ver claramente virtudes ejemplarizantes que envuelven a la Virgen y nuestra conexión con ella: Obediencia! Respeto! Humildad! Caridad! Sencillez y por supuesto la clara seguridad en sí misma al saberse escuchada y obedecida por su Hijo.
ResponderBorrarLos pasajes y situaciones narradas me llenan y me encantan por la naturalidad y espontaneidad de su descripción! Aquella forma terrenal y humana de presentarnos a la Virgen y a su Familia, nos acerca a Ellos!!
Gracias! Mau por la generosidad de compartir tus saberes, que formarán parte de los nuestros!!
Te cuento que siento a la Virgen muy cerquita de mi! Especialmente desde que nacieron mis dos hijos amados! Siempre he conversado con Ella y recibo con amor sus orientaciones y enseñanzas para el camino.
Me sorprende tan gratamente la pintura de Paulina Perdreau, “Madre Admirable”, donde nos muestra una imagen mezcla de santidad y de rasgos humanos, que la quiero mantener en mi mente eternamente.
La Virgencita nos siga bendiciendo y conduciendo por el camino del bien!
Y de nuevo, Gracias! Mau!
Muchísimas gracias!!!
ResponderBorrarMe ha encantado! Sencillo, profundo, concreto, iluminador...
El resumen final de los 4 momentos está genial! He estado un rato en oración disfrutando con tu relato!
Precioso tu escrito…. Me encantó… siempre me he preguntado por qué María habla tan poco? Y se cuenta poco, o casi nada de ella… simplemente pasó “agachadita” sin hacer mucho aspaviento!!
ResponderBorrarQue este mes de Mayo la Santísima Virgen cuente con nuestras oraciones🙏📿💕… para ir currándome ese pase!!!
TQM🫶💕
Hermosa manera de darnos a conocer con ejemplos vividos la relación de madre e hijo. ¡Totalmente admirables! Los mismos que debemos seguir con ternura, comprensión y mucho equilibrio. Al comenzarla a leer, ya supe que era usted, una particularidad hermosa de espontaneidad y entrega a la hora de narrar. Gracias por compartir 🙏🫶
ResponderBorrarHola Mau!
ResponderBorrarQue narrativa más hermosa y elocuente donde le das a la Virgen su puesto majestuoso, sin restarle ni un ápice de importancia al reino de Dios en Jesús!.
Me dejó impregnada de alegría y agradecimiento esta explicación de la virgen.
Gracias, gracias 🙏🙏😍😍
Como todo lo que escribes me pareció un excelente relato.
ResponderBorrarLindo e inspirador.
Gracias por compartir.
Tu hermanita
Que relato tan hermoso!! Me encanta 😍 La Señora bonita, como la mencionaron los Pastorcitos de Fátima,es la llena de gracia, San Luis Maria dice:"Dios junto todas las aguas y las llamo mares y juntotodas las gracias y las llamo María".
ResponderBorrarSiempre he sentido su presencia tan cercana, La Virgen María es mi Madre y la.amo y se que ella nos ama de ese modo tan especial que a veces lo dejamos pasar desapercibido, pero su compañía es por siempre y para siempre. Muchas gracias por compartir este relato. La Madre del cielo te siga iluminando y colmando el corazón con grandes gracias del cielo.
Querida Maucha!! Como siempre me encantó tu relato que hiciste sobre la Virgen… de una gran dulzura y amor 🧡
ResponderBorrar¡Igualmente, feliz día! Ya comenzó evangelizar en el mes de María. Bravo. Bendiciones
ResponderBorrarMayuuuu!!!!! Mi favoritooooo!!!! Risas y lágrimas de emoción!!!!! Preciosisisisimo!!!!! 🫶🏽
ResponderBorrarMi Mauchita querida te escribo para decirte que me encantaron los escritos de la Virgen, bellos, sentidos, divertidos y al mismo tiempo profundos. Me encantaron, me fascina el camino que estas creando con tu pluma 🥰🥰🥰🥰🥰Además de la acción evangelizadora que siempre está presente.
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